domingo, 15 de enero de 2017

Año nuevo, vida nueva

Fué sin duda una provocación, ejecutada paciente y largamente, a lo largo de varias semanas en forma de "inocentes" publicaciones en redes sociales, rumores de charlas ajenas en el tren, tranvía, metro y demás medios de transporte urbano e, incluso, en consejos llegados desde las páginas de los más fabulosos e insignes autores de mi biblioteca particular, que se sumaban al bombardeo al que redujo a simple polvo mi paciencia, ante la inoperancia de mis esfuerzos por llegar a la meta tan largamente deseada.

Aquella noche se me hacía eterna "en-el-parking-pequeño" y, terminadas mis tareas, me limitaba a cumplir con mi presencia y guardia para completar mis ocho horas de compromiso laboral, con lo que chafardeaba cansinamente una red social, publicación-tras-publicación, hasta que una "meme" mil veces repetido, mil veces ignorado, con la manida frase "cuidado con lo que pides, que te te lo pueden conceder" detonó algo en mi interior que provocó una reacción en cadena, como un edificio que se viene abajo ante la explosión de varias cargas, colocadas de forma estratégica en los pilares principales.

"¡Deja de amenzar y cumple, j*der!" clamé como una Escarlata O´Hara, recortada contra el cielo vespertino, con la frustración acumulada del que se ve incapaz de llegar a su meta. ¿Cuanto tiempo llevaba "pidiendo"? ¿Cuánto tiempo había buscado una oportunidad? ¿Cuánto tiempo lo llevaba deseando? ¡años! y cada vez que leía esa frase me sentía molesto, porque, por más que pedía y trabajaba, y luchaba, y ponía una ilusión infantil y un infatigable empeño en aquello que quería, no pasaba nada.

Aquella explosión vocal atronó contra los pilares del parking, removió el aire estancado del sótano y puso en marcha una sucesión de acontecimientos que me iban a sacar de mi rutina, de mi trabajo y de mi adorada Barcelona, tan rápidamente como la anterior cadena-de-acontecimientos me habían llevado hasta allí, unos años antes.

Desde mi "reinicio quirúrgico", cuando se han producido cambios positivos en mi vida, he recibido una especie de prealerta por el extraño e inexplicable mecanismo de sueño premonitorio, siempre el mismo, aunque la redacción de este en el blog me lo guardo para una futura historia.

Generalmente, cuando este me asalta, en las siguientes semanas los acontecimientos se van sucediendo pausada y progresivamente pero, en esta ocasión no ha sido así. En este caso, esta especie de alerta, se ha repetido a lo largo de varias noches, sin que pasara nada entre sueño y sueño, como avisando de algo diferente, y así, un día me ví sentado en la cama, extrañado ante tanto aviso, susurrando para mí mismo "la que se va a liar" pero sin llegar a comprender desde donde se avecinaba el posible tsunami de cambios.

Todo vino por este lado; mi empeño en sacar un proyecto empresarial adelante, que me ha llevado a llamar a todas las puertas, portones, ventanas, agujeros y huecos en los que, he pensado, se podía esconder una oportunidad de sacarlo adelante, por más improbable que pudiera parecer, por más tonta que pudiera parecer la idea. Con estos antecedentes, un día, publiqué un post en un grupo de facebook, en el que llamaba, a cualquiera que quisiera escucharme, a debatir conmigo la posibilidad de trasladar mi proyecto a Berlín, como había hecho con otros muchos lugares buscando sobre todo información que me inspirase alguna idea innovadora, o tocara la fibra sensible de alguien que se me quisiera unir a tan titánico esfuerzo.

Así lo he ido tejiendo hasta ahora. A golpe de leer, indagar, olisquear, imaginar, esperar... pero a diferencia de muchas otras charlas que no me han aportado más que un intercambio de información, intrascendente la mayor parte de las veces, esta trajo a la pestaña de mi buzón de entrada un círculo rojo, con un "1" blanco en su interior, que pretendía llamar mi atención, avisándome de que alguien me había enviado un mensaje privado.

Decenas de lineas de texto escritas por "messenger", un par de horas de "skype", una cantidad indeterminada de mensajes por "whatsapp" y mi estancia en Berlín durante las vacaciones, fueron la mecha que encendió "la traca final" que ya me ha puesto camino a mi traslado a la capital alemana, prevista para finales de este mismo mes.

Al igual que la llegada de mi retoño casi ha conseguido silenciar el blog, ante mi falta de tiempo para escribir, espero que este nuevo horizonte a explorar, nutra de experiencias y anécdotas mi espíritu aventurero, y me empuje a reflejar, con mi particular estilo, los muchos sucesos que se me vienen encima, como una ola gigante que rompe la monotonía del un horizonte sin cambios desde hace casi dos años.