Esta mañana era como si yo fuera el volcán Krakatoa, rodeado de cientos de barcos de investigación a punto de ser barridos en una tremenda explosión cataclísmica, que iba a oscurecer la tierra y a cambiar el clima durante varios años. Nuestra "gran-apuesta-alemana" estaba a punto de desaparecer, como el volcán de entonces, y ya me veía acudiendo a la policía para evitar dormir en la calle con un niño de dos años y mi mujer, bajo un puente del Spree, por ejemplo.
Acababa de subirme al S-bahn, el tren cercanías alemán, que complementa al glorioso y-sin-apenas-ascensores-U-bahn, el metro vaya, cuando mi musa me interceptó y me metió en
Tras atender parte de mis obligaciones, a media tarde, me senté lleno de ira, delante de la hoja en blanco de edición de este humilde blog, dispuesto a salpicar de negro veneno la inmaculada "página uno" de esta historia pero, tras muchos intentos, me ví incapaz. No es mi estilo. No he sabido hacerlo. "Da igual, en el fondo" he pensado. Y me he levantado frustrado, buscando mejor una solución a los inminentes problemas que se nos venían encima.
Y ha sido entre llamada y llamada. Entre mensaje y mensaje. Entre correo y correo, cuando he puesto, como una de mis últimas balas, un mensaje en un grupo de facebook llamado "Das Ist Berlín (Españoles en Berlín)" un mensaje contando, a los otros miembros, lo que nos ha sucedido, sin esperar demasiado, después de tantos días intentando encontrar una ayuda que, ya estaba llegando, pero que no he visto venir.
Las respuestas no se han hecho esperar y, en no muchos minutos, he visto como se llenaba el buzón de entrada del messenger con decenas de solicitudes-de-mensaje, todos ellos cargados de ánimos y cariño de desconocidos. De mensajes de coraje y fuerza de otros padres que, si bien no podían ayudarnos directamente, sí intentaban mantenernos "a flote" tras muchos y agotadores días de no poder descansar. Pero también de ofertas de trabajo, que nos van a poner "a salvo" e incluso de la posibilidad de alquilar un piso, algo muy buscado en la capital alemana.
De pronto he visto que sí había luz. Empezando por "el gran sol" que nos ha intentado guiar, con éxito, estos últimos días, pasando por una constelación familiar que nos ha hecho desconectar, a ratos, hasta los muchos que han gastado algo de su tiempo para decirnos "ánimo", todos ellos, nos han reflotado como una exhalación, sin contar los que nos han ofrecido trabajo, alojamiento... ¡Qué grandes somos cuando queremos! (y podemos).
A pesar de haber respirado, aún hay bastante pelea y esfuerzo. Por delante queda un complicado camino para evitar, que esa serpiente que nos ha arrastrado por todo Berlín, vuelva a aprovecharse de gente vulnerable o necesitada, como lo hemos estado nosotros.
Dar las gracias a todos los que han arrimado el hombro, para los que, como padre, nunca tendré suficientes palabras de agradecimiento, pase-lo-que-pase y, a todos ellos, les dedico ésta entrada en éste humilde blog.
¡Gracias!
La esencia del patriotismo es esa, no colgar trapos de colores sin más. Me alegro de que hayáis encontrado un nuevo cargador. ¡Champanen para toden!
ResponderEliminarHago nuestra la referencia de constelación familiar. Muchas gracias por las palabras que nos dedicas. Me alegro de que todo se haya enderezado y esté yendo cuesta abajo. Ya tocaba. Poco a poco todo irá mejor. Como decían en canta "lo mejor de estar en el fondo es que sólo puedes ir hacia arriba". Un abrazo
ResponderEliminarAquí no es champán, es Bier, Bier everywhere 🍻. Gracias Chulo Bohemio!
ResponderEliminarPor supuesto que sois nuestra constelación familiar, Oscar, sois estrellas que hacéis más clara la noche, más amable. Sois geniales, dicho en plata! Gracias por estar ahí.
Gracias a vosotros por dejarnos acompañaros en esta aventura bávara que os dará mucha satisfacciones. Un abrazo
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