sábado, 20 de octubre de 2012

Encaje de bolillos

Si esta mañana tuviera que hacer una comparación, después de estar navegando por la red, chafardeando en busca de recursos para el bodorrio en cuestión (invitaciones, lugar, página web...) me compararía con uno de los vigías del Titanic; metidos en la cofia de observación, con los mocos colgando y congelados a causa del frío, sin prismáticos y en medio de una plácida noche viendo como un iceberg se acercaba a su proa, sin casi tiempo para maniobrar y así esquivarlo. Creo que debieron pensar algo como...

"jesusito de mi vida...", "virgen santísima del copón bendito y todos los santos brincando por el cielo..." o tal vez "cagontó la que se me viene encima" pues esto mismo pienso yo hoy.

Oficialmente, hace un par de días, fue el banderazo de salida para el magno evento cuando acudimos al juzgado, felices como tortugas, para entregar la instancia debidamente cumplimentada, certificados y pérdidas de tiempo varias, así como los DNI de "los contrayentes" y el de un testigo, que aunque es buena gente, está como un cencerro... (hola Fernando) y que nos acompañará el día 29 de octubre a la entrevista con el juez de paz, que determinará supongo, que esta no es una boda de conveniencia.

El que Huda ya tenga nacionalidad española me tranquiliza, aunque no terminaré de rezar a Allah hasta que nuestro testigo salga por la puerta, libre de grilletes, sin Mosso d´escuadra que le escolte, mientras con la mirada perdida en algún punto entre nuestro universo y uno paralelo que sólo él es capaz de ver, recita de memoria todos los elementos de la tabla periódica, de derecha a izquierda y con los elementos alternos. Quizá alguno de vosotros pensará que, para variar exagero, pero ya le conoceréis en la boda... Es uno de esos seres humanos que no tiene desperdicio y con el que te pasarías horas hablando...

Una vez superado este proceso, esperaremos el "visto-bueno-de-la-fiscalía-en-representación-del-estado" que tarda aproximadamente unos tres meses, en los que deberemos currar duro en las consiguientes tareas organizativas, ya que una vez tengamos "carta-blanca", podremos dirigirnos al "ajuntament" de Montcada i Reixac para solicitar fecha. Calculo que esto sucederá a mediados de Enero (aprox), pero no os confiéis demasiado, que la boda será, lo más probable, antes de que termine la primavera...

Nota mental: Consultar al wikioráculo, si el ayuntamiento de Montcada está gobernado por el PP, no sea que me recorten la corbata antes de tiempo y se quede sin subastar...

Esta noche he pasado un buen rato en foros especializados sobre el tema, donde he podido comprobar que son sobre todo las novias, (medio histéricas todas ellas), las que suelen dejarse la salud mental en la organización. Algunas, parece ser, llegan a alcanzar un "estado Zen" en el que, incluso, pueden llegar a levitar. El mejor consejo que he leído es uno parecido al que me solía decir mi entrenador de la selección murciana de volei:

"hay que visualizar la jugada, visualizar como consigues el punto y lo celebras, incluso antes de poner la bola en juego"

Aplicando este consejo, de camino a casa, me he visualizado en la "mesa presidencial" justo después de que algunos ilustres invitados, (no diré nombres, pero sé quienes serán) griten al unísomo: "que hable el novio, que hable el novio..." mientras dan vueltas a las servilletas sobre su cabeza. Esto va a motivar que esta misma noche, escriba a la ONU y pida traductores y algún que otro consejo para dar un discurso a las varias naciones que podría haber representadas, de acudir todos los que están en la "prelista" de invitados... Marruecos, Argelia, Perú, Ucrania, Estados Unidos, Alemania y como las cosas se pongan serias después de noviembre, veo a la mitad de los asistentes entregando el pasaporte en la frontera para entrar a "els països catalans"... manda webs.

Sea como sea, todo esto no ha hecho más que empezar, nos queda un larguísimo "encaje-de-bolillos" que esperemos, no termine en una visita al psiquiatra... aunque me da, que toda esta aventura me va a dar material para un monólogo digno del mismísimo Fidel Castro.

Doloroso reencuentro

Hace ya tiempo fuimos uña y carne, la llevaba a todos lados, no podía dejar de pensar en ella, pero evidentemente no siempre podía prestarle toda mi atención. Era lo último que veía al apagar la luz por la noche, por la mañana, a menudo antes de levarme, le dedicaba un rato. En los viajes, en casa, en la playa... fue mi más leal compañera durante muchos años, pero un día, sin apenas avisar, se fue.

A veces la veía, y en un par de ocasiones, retomamos nuestro intenso romance, aunque ya no había la continuidad de antes y cada vez que se acababa la historia, tardaba más y más en volver, hasta que al irme de Barcelona le perdí definitivamente la pista.

Hoy, estando de compras he entrado en una tienda, repasaba los estantes distraídamente, sin prestar demasiada atención a lo que pasaba a mi alrededor, cosa que no suele ser habitual en mí, ya que al entrar en un sitio, hago sistemáticamente un "escaner" de todo el que está en el local. Me concentré en uno de los artículos pero, como no me convencía, lo dejé en el estante y sin calcular la fuerza con la que lo hacía ni apenas mirar al girar, voltee sobre mis talones con la firme intención de abandonar el local, cuando un "moco" andante, un niño que no sé si subía más allá de mis rodillas se me cruzó como si llevara un cohete en el pañal, seguido por su madre que sudaba tinta, tratando de alcanzar a su retoño-misil. Esquivarlo fue un alarde de equilibrio y coordinación; levanté la pierna tirándola hacia atrás, desequilibrándome pero favoreciendo el no propinarle una sobrerana "coz" a la criatura, me incliné hacia delante para evitar la caída, pero con la cercanía de la estantería que dejaba atrás, y debido a mis aspavientos para recuperar la verticalidad, golpee accidentalmente el mueble y entonces sucedió...

Un dolor punzante me recorrío la cicatriz de lado a lado, desde donde había golpeado y perdiéndose dirección a la espalda. Automáticamente mi mano se fue directamente a la cabeza, al mismo al lugar del impacto, me giré con los ojos furiosos, buscando al autor o autora de tan dolorosa e impía agresión, pero debido a su escaso tamaño tuve que bajar la mirada para localizarla. Allí estaba, mirándome desafiante desde abajo.

No me podía creer lo que veían mis ojos, tanto tiempo sin saber nada de ella y reaparecía de forma tan escandalosa, sorpresiva y, en definitiva, dolorosa. Como no, tenía que ser aquí, en Cornellá...

Mis manos se posaron sobre su cuerpo y la levanté, transportándome a tiempos pasados, pocas veces mejores. La sostuve en mis manos, sentí su peso, pude notar su olor tan familiar, recordé la fuerza de sus palabras y como solían influir en mi estado de ánimo, queriendo ser como ella algún día, heredar su vehemencia, su forma de controlar las historias.

Finalmente, después de tanto tiempo, volvíamos a encontrarnos...

Recordé la última vez que la tuve en mi cama: "esta vez te dosificaré mejor para no agotarte en la primera noche" pero no me hice caso a mí mismo y para variar, abusé, con lo que tuve que esperar mucho más para la siguiente vez.

Enseguida tuve claro que me la iba a llevar a casa, que podríamos retomar nuestro intermitente idilio, con la esperanza de que esta vez, pudiera ser medianamente duradero y así no tardaría tanto en volver a disfrutarla...

El camino se me hizo largo, recordaba el día que la descubrí, lo sorprendente que fueron las primeras veces... Antes de subir a casa, en el transcurso de la tarde, compartimos un rato en la cafetería de enfrente de mi edificio, como antaño. Hay que reconocer que, su sola presencia hace que el café sepa mejor, que el tiempo se deforme y evapore, que se desintegre y forme imágenes vaporosas e intangibles... ella es así... Anne siempre ha tenido esa cualidad...

Esta noche me acompaña en el trabajo, ya ha tenido un par de parrafadas que me han dejado sin aliento:

"Al otro extremo de de un oscuro tramo cubierto de viejos sillones y sillas bastante deformes, la chimenea, profunda y tenebrosa, les observaba encendida desde la distancia"

"¿Qué derecho tienen a decirme que no tengo el don, que no tengo talento, que no tengo pasión...? -murmuró-. ¿por qué se atreve a decir la gente esas cosas de los jóvenes? No es justo, ¿no te parece?.

- No, cielo, no lo es -dijo ella-. Pero el misterio es por qué les escuchas.

Y, entonces, todas esas viejas voces de reproche que sonaban en su cabeza cesaron de repente y, solo entonces, tomó plena conciencia del ruidoso coro que le había acompañado. ¿Acaso había siquiera llegado a respirar sin ese coro? niño, ¡so...! niñito, niño, hermano pequeño, pequeño Reuben, qué sabes de la muerte, qué sabes del dolor, qué te hace pensar, por qué ibas a intentarlo, por qué, nunca te has centrado en nada más que... Todas esas voces simplemente se secaron. Veía a su madre, Veía a Celeste, su cara alegre y sus grandes ojos marrones. Sin embargo, ya no escuchaba sus voces"

Temo que esta vez se acabará tan rápidamente como siempre, temo que esta vez, nuestro idilio tampoco será largo, que en pocos días terminaré con ella y quedará condenada a la estantería y que pasará largo tiempo hasta que Anne Rice, mi escritora favorita, termine su siguiente novela y me la encuentre de nuevo en algún estante, sin previo aviso.

Altitud

Cualquiera diría que si me mudo de nuevo, dada la altura de mi guarida, es porque me molesta el ruido de los aviones pasando casi a la misma altura de mi balconada, pero lo cierto, es que ya me he acostumbrado a ver a los pasajeros chafardeando mi habitación desde sus pequeñas y redondas ventanillas. No es eso, es que los sherpas que me ayudan a subir el equipo de supervivencia en altura (oxígeno, traje de astronauta, equipo de reparación de la estación espacial internacional que está amarrada con una cuerda a mi barandilla) me salen demasiado caros... Estoy seguro de que alguno de vosotros pensará que estoy exagerando con el tema de los sherpas, pero no, los necesito porque los Yaks que tendría que utilizar no caben por el hueco de la escalera, así que el próximo día 16 de octubre, si no hay problemas, seré vecino del Castillo de Cornellà, un histórico edificio del S.XIII que desde ahora vigilará mis entradas y salidas con impasible silencio desde las alturas, recordándome otros tiempos en los que tuve que escuchar cada mañana desde la Estación Espacial Internacional: "¡Quillo! Porfa mi arma... zúbeme un paquetillo de tabacoh cuando baheeeeee, chas grasiah!

No es que me moleste comprar tabaco para gente que vive en un entorno de oxígeno puro, que podría saltar por los aires al primer chispazo, pero con la llegada del otoño, las subidas a ciertas cotas resultan un tanto peligrosas. Las avalanchas aumentan, las ventiscas empiezan a ser frecuentes y en las últimas escaleras he visto unas curiosas huellas que, de no ser porque sé que es imposible, diría que son del mismísimo abonima... abunimable... abonibab... del yeti vamos...

La verdad es que voy a echar de menos este piso, salvo el baño que es super-mini-tini-wini, (tanto que cuando me giro los píes siempre se topan con algo) pero el tener un balcón propio que da a la rambla, con puertas altísimas, cerca de todo, y con buena convivencia con los compañeros... esto no tienen precio, lástima que mis rodillas ya no puedan más...

Durante los interminables ascensos por las escaleras, a solas en la tienda de campaña, he tenido tanto tiempo para pensar que, después de la supuestamente recuperación de mis pelos, he empezado a creer que puedo resucitar cualquier cosa... los derechos sociales, las pensiones, cosas casi imposibles como el crédito bancario o incluso Ayusán. Sé que las cosas ahora mismo no están para montar una empresa, pero hasta la pared más lisa tiene siempre alguna arista donde agarrarse. Los detalles de lo que estoy pensando no los voy a publicar en un medio donde cualquiera los pueda ver, pero si tenéis curiosidad por mis planes, ya sabéis mi correo... Incluso es posible que alguno de vosotros, cotillas, recibáis un correo extra para hacer una "stormbraining"

Con la futura (re-)puesta en marcha del proyecto tengo trabajo extra para sepultarme debajo de un montón de megabites de datos: proyecto de empresa, creación de la web, tutoriales, cursillos, ideario... pero las noches empiezan a ser tranquilas, muy tranquilas... alguna noche me he quedado dormido sobre la caja, babeando y roncando hasta que ha llegado la compañera, así que tengo tiempo de sobra, además las vacaciones se acercan a 24 horas por día y tengo un total de 42 días (y no llevo un año)

Recuerdo mi anterior etapa en SIFU, eran otros tiempos, la empresa aprovechaba la bonanza económica para crecer sin piedad, había trabajo para aburrir y la sola sugerencia de solicitar un día libre (enfermedad, necesidad de hacer algún papeleo, lo que fuera) era castigada con una semana en galeras y con 20 latigazos ante los compañeros, para que sirviera de ejemplo... el castigado, además, tenía suerte si no le enviaban a primera linea a combatir contra otras empresas rivales. Eran batallas encarnizadas, cruentas, las heridas por la rudeza de las armas utilizadas se infectaban con facilidad por la suciedad de campo de batalla, tras una experiencia así, de regreso a casa (si sobrevivías) te volvías dócil, sumiso, obediente, hacías cualquier cosa para evitar repetir la experiencia, la más dura conocida por el hombre. Ridley Scott incluso llevó al cine una de esas batallas y las consecuencias de la captura, por parte de otra empresa, de uno de nuestros compañeros, pero la disfrazó la cinta de "película de época" (la de los romanos concretamente) y la llamó Gladiator.
Hoy día las cosas son bastante parecidas en ciertas cosas (valga la redundancia), se continua trabajando más horas que un reloj, pero al menos, como nos pasamos sistemáticamente de las horas totales de contrato, cuando llegan las vacaciones te compensan con días libres. Si me renuevan cuando llegue el momento, el año que viene tendré casi 2 meses de vacaciones.

No sé si sabré que hacer con ellas... la última vez que las tuve, y cuando digo vacaciones me refiero a días remunerados teniendo un contrato, fue precisamente, en SIFU. En aquella ocasión me despedía de la empresa antes de ir a Berlín con cierta individua pelirroja y antes de ponerme a estudiar... ¡corría el año 2004!
A menos de 50 días de mi descanso anual, fantaseo con el momento en que cruce la puerta de la gasolinera y le diga a mi compañera de turno: "Hasta dentro de 42 días" vestido con mis viejos pantalones y camisa caquis, mi sombrero ajado, mi mochila de lona a la espalda y mi látigo en la trabilla del cinturón, rumbo al aeropuerto donde tomaré un avión con destino a un paradisíaco lugar, donde me adentraré en una exuberante selva en busca de un templo... perdido.

¿Qué pasó con la bola?

El miércoles me levanté temprano, durante la mañana me moví bastante ya que hice algunas gestiones pendientes, y como la noche anterior había dormido bastante bien, por la tarde apenas si pegué ojo. Esa noche en el trabajo fue movida, no vino mucha gente, pero era uno detrás del otro, tenía que reponer mucho producto que no se repone cuando no estoy y cuando salí de trabajar, a pesar del hambre que tenía porque la ensalada que me llevé olía raro, solo me apetecía irme a dormir, pero hacía días que había quedado para jugar y ya le había retrasado el partido 3 veces...

Mi contrincante tiene un nivel parecido al mío, los peloteos suelen ser largos y a veces intensos, para ganar el punto hay que dar mucho raquetazo, y a menudo, acabas sin aliento. Ya no hace demasiado calor pero cuando el sol empieza a tener altura, aun se recuerda el verano...
El primer set había llegado al tie-break, ninguno de los dos daba señales de debilidad y sólo una pelota a la cinta de la red que volvío a mi campo decidió el set que había durado casi una hora.

No tardamos en reanudar al partido, como iba por detrás en el marcador, empecé fuerte intentando llevar a mi rival de una esquina a otra de la pista, pero para que no te hagan lo mismo, la diferencia de nivel tiene que ser aplastante y este no era el caso, de modo, que a veces corría él y a veces corría yo.

No había roturas de saque, hacia el tercer juego, (2-1 a mi favor) los puntos duraban una eternidad, y cuando estaba a punto de ganar el juego para ponerme 3-1, durante una carrera para alcanzar una dejada, noté que algo iba mal y sin que me diera tiempo a pararme se "apagó la luz".

Cuando volví en mí estaba tirado en la pista, rodeado de gente, con las piernas elevadas, un suero en el brazo izquierdo y había dos médicos de la clínica del club a mi lado. Me dolía la cabeza, apenas notaba las piernas, y me sentía húmedo y frío... La doctora argentina (creo) me estaba hablando, pero no terminaba de entender lo que me decía, afiné el oído y conseguí entenderla, "mírame".

Mis primeras palabras, aun confusas, según me contó luego el compañero fueron: "¿qué ha pasado con el punto?" una buena pregunta que hubiera hallado respuesta si mi rival la hubiera sabido, ya en plena carrera, con la raqueta extendida, ya resbalando sobre el suelo de tierra batida para alcanzar la bola, me puse blanco como la pared e inmediatamente me fui al suelo en una posición poco ortodoxa, con una pierna para cada lado y con la cara contra la pista, después de un patinazo digno de un coche de fórmula 1, siempre según lo que me cuentan, aunque la realidad en estas cosas se tiende a exagerar, aun así imagino que en el caso contrario, me hubiera desentendido de que fue de la pelotita.

Aun en el suelo, la doctora me explicó que cuando llegaron mi tensión era de 3/6 y mis niveles de azúcar apenas llegaban a 60, esto se traduce en una lipotimia como la copa de un pino. El poco sueño de las horas anteriores, el no haber cenado, el calor y el esfuerzo me terminaron derrotando (literalmente).
Me ayudaron a levantarme y me llevaron a la clínica donde estuve hasta que el suero terminó de entrar, me revisaron una vez más y una vez comprobado que estaba bien, me duché y me fui a casa. Mientras caminaba hacia casa me sentía como un muñeco de trapo, tanto que me tuve que sentar varias veces de la flojera que tenía. Subir los 79 escalones que me separaban de mi cama, fue casi una tortura.

Al estirarme en la cama me debí quedar casi instantaneamente dormido, ya que lo último que recuerdo es colocar la cabeza sobre la almohada.

Nunca me ha gustado ser el centro de atención, he conseguido desarrollar la técnica de "pasar desapercibido" siempre que me ha interesado, pero me da la impresión de que todo el mundo sabrá quíen soy cuando vuelva al club. Seguramente este último partido pasará de boca en boca entre los socios hasta convertirse en leyenda.

Dentro de unos años, los neófitos que se estrenen en la pista central contra socios más antiguos, tras el partido estos les comentarán que en esa pista "murío" un jugador. Cada generación inventará nuevos detalles y dentro de una década (más menos) "la bola" de rumores se habrá hecho tan grande que habrá una recogida de firmas seguido de un torneo con grandes estrellas del tenis para que le pongan mi nombre a la pista. Los periódicos y las televisiones se harán eco y entonces encontrarán en la red el "Mar Menor Open" y la recogida de alimentos, la semana solidaria del deporte de Cornellá (próximamente) y vete a saber que más... se ensalzará mi nombre y se me atribuirán grandes logros y hechos milagrosos... por todo el mundo los telediarios harán entrevistas en la calle a la gente, que dirá ante el micrófono (con una lagrimita cayéndoles por las mejillas) que mi esfuerzo hasta la muerte para alcanzar aquella bola les inspiró para luchar por sus objetivos, cada cual los suyos, y se escribirán libros en mi honor e incluso quizá alguien haga una película... entonces entraré en el club de personas "entronadas" mediaticamente, junto con Steve Jobs, mientras que personas como Wilson Greatbatch, inventor del marcapasos ( y que por tanto ha salvado la vida de quizá millones de personas) y que murío apenas unos días antes que el visionario fundador de Apple mientras este agonizaba con su cáncer, quedan en un discreto tercer o cuarto plano...

Glaciación

Por fín, muchos días después de mi último día libre, vuelvo a descansar. Con las vacaciones de mis compañeras acepté la idea de la jefa de cubrir cuatro noches extras de verano, las dos primeras están superadas, el 20 y 21 de agosto repetiré esta semana larguísima.

¿Qué decir de estos últimos 14 días? además de que han sido realmente interminables y  agotadores, he hecho un descubrimiento increible. Id acumulando leña y latas de conserva porque creo firmemente que se aproxima una nueva glaciación.

Pausa dramática.

Para los que vivís en Murcia os diré, no porque seáis tontos, si no porque no sabéis que es el frío, que será una época en la que se podrá hacer patinaje sobre hielo (eso que ponéis en las bebidas) en el Mar Menor, el Cabezo Gordo se convertirá en un glacial, empezará a patinar sobre su base helada y terminará allá, incrustado en La Manga, el Puerto de la Cadena habrá que cruzarlo con trineos y en Sierra Espuña habrá vigilar con los osos polares. Murcia ciudad se elevará miles de metros por la solidificación y dilatación de las aguas del estrato freático, cosa que destruirá la ciudad, pero os vendrá bien porque tendréis espacio para construir "Iglús", y desde allá arriba, habrá unas estupendas vistas al mar helado. "El Entierro de la Sardina" será rebautizado como "El Entierro de la Merluza Polar" y "El Bando de la Huerta" servirá para salir a cazar y será un festival de confección de prendas de cuero y pelo.

Seguramente, de lo que alerta el final de Calendario Maya es de esto, un cambio de tiempo totalmente salvaje y, desde luego, inesperado.

Otra pausa dramática.

Creo que me viene de familia que mi cuerpo, rodillas, muñeca derecha, cicatriz de mi cabeza y ahora también mi Iphone (que ya es como si fuera una extremidad) me avisen de los cambios del tiempo, pero a esta deducción sobre la inminente glaciación he llegado de otra forma.

En los últimos días, cuando salgo del trabajo, estoy desayunando en la azotea de mi edificio así, dejando abierta la puerta de mi habitación, la atmósfera de mi dormitorio se vuelve compatible con la vida, no por el olor (que no hay) si no porque después de varias horas cerrada, estando inmediatamente debajo de la terraza y siendo interior, la temperatura sube tanto, que se derrite la pintura de la pared, los muebles arden, el metal se funde y las bacterias termófilas crecen tanto que hay que matarlas a sartenazos.

He llegado a un acuerdo con Ikea y mi cuarto sirve de laboratorio de pruebas de resistencia para sus muebles nuevos, así que siempre tengo cama, ya que los técnicos (suecos todos ellos), equipados con equipos autónomos de supervivencia, arreglan cada día mi cuarto.

Desde lo alto de mi edificio, puedo divisar gran parte de mi querida Cornellà. Los altos pisos de Sant Illdefonso, la Plaza Catalunya y mi antiguo barrio, el nuevo estadio del Espanyol FC y la zona comercial, y ya fuera de sus fronteras, el aeropuerto de El Prat, e incluso, una pequeña porción de Sant Boi, de infame recuerdo.
Mientras doy buena cuenta de mis cereales, observo todo esto, con cientos de ventanas iluminadas como silenciosos testigos y alguna que otra silueta, al tiempo que disfruto del rojo amanecer típico del área mediterranea, pero también he caído en la cuenta de que las aves marinas vuelan hacia el interior en formaciones "en cuña" y en números de entre 7 y 29 pollos (de este a oeste) y al anochecer hacen el camino contrario (de oeste a este), cosa que ha despertado mi curiosidad y afán investigador y, mientras que teorizaba sobre estos hechos ante el espejo al lavarme los piños (tambien llamados dientes o aparato masticatorio) me di cuenta de la primera señal de la futura glaciación. (Lo de las gaviotas no eran más que relleno): ¿Me está volviendo a crecer el pelo?

Ya hacía días que me miraba en el espejo y tenía la sensación de que la imagen hacía cambiado, sí, tengo más arrugas, pero esto no va de días, era otra cosa. Mañana tras mañana repasaba la imagen que el cristal refleja y no caía en la cuenta, hasta que un día, fijándome en las "entradas" de mi frente reparé en que había bastante "pelusilla" de esa que precece al pelo de verdad, e incluso algunos nuevos, flamantes y aislados pelillos que días atrás no estaban. Ya hace varias jornadas que repaso centímetro-tras-centímetro de mi frente con un espejo de aumento y, espero que no sea autosugestión, pero creo que mi pelo vuelve a crecer, quiero pensar que está más espeso, aunque tendré que esperar a encontrarme con alguien que haga tiempo que no me ve, ya que día a día, no creo que se note la diferencia.

Seguramente al final no será tan difícil de confirmar, ya que llegará un día que, al levantarme, si es cierto que vuelve a crecer, no me veré los ojos y tendré que optar por darme un repaso con el cortapelos o hacerme una coleta, aunque aun no me quiero hacer ilusiones, seguiré con impaciencia la evolución de cada folículo y midiéndo religiosamente cada mañana la distancia entre la linea de pelo y las cejas.

Las señales os avisan, ¡protegeos! la edad de hielo os aguarda.

Hoy no es mi día

Hoy es uno de esos días en los que, al despertarse, uno piensa: "no te muevas, no te levantes, no abras los ojos... ¡quédate en la cama!" intuyendo que el más mínimo movimiento, por leve y delicado que sea, puede producir una trastocada de las corrientes de energía universal (de todo tipo), que confluyen, precisamente, a la altura de mi cama y cuya alteración, podría desencadenar un segundo "Big-Bang" que borre toda señal de vida del primero. Ya al salir del trabajo había sentido movimientos extraños en una de estas corrientes, y el día empezaba a desarrollarse malamente.
Quizá no sería mala cosa que esto ocurriera dada la marcha de la economía y del continuo desmoronamiento de las buenas costumbres, tales como la educación y la higiene personal (el que no sepa de que va esto último, que entre al metro a las 7 de la mañana y respire hondo) se conseguiría un reinicio de la raza humana, e incluso, con un poco de suerte, algunos como yo (ya que estaría en el centro del Big-Bang, así que paradojicamente a salvo) sobreviviríamos y la expansión de mi sub-especie, que aunque coincide al 99% con la que desciende directamente de los primates, tiene un gen de pingüino que hace quese odie el calor, y así, se tomarían las medidas pertinentes para terminar con el calentamiento global, pasando de los intereses macro-económicos que hacen que no se actue contra él.

La cosa, es que al despertar, he hecho caso omiso de mi intuición y en lugar de seguir durmiendo, como me pedía el cuerpo, me he incorporado con intención de aprovechar el día, lo que ha provocado una reacción en cadena que aun no tengo claro cuando acabará.

La racha ya venía desde esta madrugada en que he debido alterar "el flujo" al salir del trabajo, potenciando lo ya comentado al levantarme, acababa de perder el tranvía de las 5:36, lo que significaba que me tocaba esperar 27 minutos bajo la lluvia de la única nube que había en el cielo (una mancha enorme naranja sobre mi cabeza rodeada de estrellas) y que como soplaba un oportuno viento de levante, la marquesina no protegía apenas del agua. ¿Recordáis al coyote de mal humor porque no podía atrapar al correcaminos, cuando le llueve y le truena desde una minúscula nube en lo alto desu cabeza? ¡Pues básicamente lo mismo!
Al entrar a casa, goteando desde cada hilo de mi uniforme azul marino, he tenido que fregar medio piso ante la disconformidad del gato-vaca residente (blanco y negro) que ralentizaba mi labor de secado, agarrándose con todas sus uñas y todos los “piños” de su felina boca a la fregona, que avanzaba precariamente entre los excesivos muebles que pueblan el salón. Lo bueno, es que mientras recogía el agua por un lado con la fregona, por el otro lo iba secando con el gato agarrado a ella.

Quería evitar tener que llamar a la grúa para sacarla gata de mi habitación, le encanta meterse bajo mi cama, así que he dejado la fregona y tomado la decisión de no recoger las gotitasde mi dormitorio, por lo que el bicho no ha podido entrar pero, craso error, esto ha ocasionado que patine y pisara las gafas de sol, que si no me hacían falta cuando terminaba de trabajar, sí que son necesarias ya que al entrar, por la tarde aun brilla el sol. No, no me he pisado la cabeza durante la caída, última posición de las gafas antes del patinazo, es que cayeron con los aspavientos y equilibrios que hice al intentar no caer. No me he partido el tobillo de milagro.

Resumen hasta el momento de acostarme: Una ducha, unas gafas de sol rotas, una leve torcedura de tobillo y una notable mala leche al estirarme en el colchón.

He dormido poco,  a las 11:30 ya me estaba levantando, pero visto el panorama del baño, en que todos los habitantes de la casa, incluido el gato, se han tenido que duchar, me ha tocado aguantar 45 minutos la llegada de mi alivio matutino. Tirado en la cama, con los brazos estirados en cruz, rogando que terminaran rápido de asearse y mirando una botella de agua vacía encima de la cómoda, empezaba a preguntarme si no sería mejor opción que ponerme a la cola para poder hacer uso del WC, tenía que llevar el móvil a revisar porque no produce el más mínimo sonido (si me llamáis, insistid si no lo cojo) al final, he podido entrar y me he ido a llevar el teléfono.

He salido a la calle con otro ánimo, tratando de disfrutar de uno de mis dos días de fiesta, y olvidando todo lo que había sucedido. El nubarrón se había esfumado y a consecuencia de la lluvia, la temperatura se había suavizado. Al llegar al sitio, he dejado el móvil y me he ido andando hasta plaza Catalunya, donde he entrado en un buffet libre de ensaladas (Operación Bikini) para comer, uno de mis lugares favoritos para hacerlo, hasta hoy.
Nada más entrar al local, a la derecha hay una pila de bandejas, platos y demás enseres, a continuación, un montón de ingredientes para hacer la ensalada, y al fondo del local, platos calientes. Allá que cojo los cubiertos, la bandeja, pongo el mantel encima de esta y cuando voy a coger un plato de la pila de al menos 50 platos que preside la barra, la torre de loza se inclina ante mi cara de espanto y se comienzan a caer como si fueran gratis. ¡Tierra trágame! A las 14:00h, con el sitio lleno hasta la bandera y yo bailando “break-dance” evitando que los platos me corten los píes al tiempo que trato de sujetarlos. El derrumbe ha durado unos segundos, aunque a mí se me ha hecho el momento más largo (y más bochornoso) que recuerdo.
El encargado se ha dirigido a mí, me he ofrecido a pagar el destrozo mientras empezaba a recoger, pero me ha dicho que “no pasa nada, déjelo”. Con todo el restaurante mirándome, he ido poniéndome en el plato (uno de los pocos que han sobrevivido) los ingredientes de la ensalada, tenía un vale descuento del 10% en el bolsillo, pero ya me ha parecido mala idea sacarlo al pagar. Me he escondido en la última mesa del local y me he agazapado para comer, moviéndome con extrema cautela, no fuera que se me cayera algo... ¡Hoy no es mi día!

Ya no he salido tan confiado del local como por la mañana, antes de reanudar la marcha he mirado a izquierda y derecha, capaz soy de provocar otro desastre... sería fácil chocar con un ciclista, que este se desviara y tumbara una de las enormes sombrillas que protegen del sol a los turistas que comen en frente, la mayoría ingleses. Poco acostumbrados al sol, huirían presas del pánico al ver su piel bañada por el “astro rey”, cruzarían las calles corriendo, justo al tiempo un camión de ácido, azufre, gasolina y cosas extremadamente inflamables, cruza la ciudad... entonces este volcaría, los líquidos que transporta se mezclarían y por una chispa de un encendedor cercano se prenderían y borrarían la emblemática Plaza Catalunya del mapa de Barcelona para incrustarla en otro punto a muchos kilómetros de distantancia, entonces yo saldría en una televisión nacional, entrevistado, con cara de haber mezclado lejía y cloro en una piscina y acabaría diciendo “puesss que la he liao parda”.

Una vez en el piso donde se reparan móviles, la propietaria del negocio “en b” me dice que el técnico le ha dicho que no es problema de ellos, a pesar de que cuando el móvil entró le funcionaba el sonido. Después de una tensa y contenida discursión, acabo tirando la toalla, ya se sabe lo que se dice: “Nunca discutas con un imbécil, te rebajará a su nivel y allí, te vencerá por experiencia”. Así que antes de llegar a ese punto, cierro el pico y empiezo a buscar mentalmente la oficina de consumo más cercana para plantarles una denuncia, cosa que no creo que les venga muy bien, ya que es un negocio ilegal.

Llevo un rato sentado en la estación de tren de Montcada i Reixac, parece que la espiral de desastres se ha detenido. Huda está a mi lado mientras esperamos el tren, yo intento no moverme más que lo justo para escribir estas líneas... no quiero alterar más flujos energéticos. Mañana la cosa irá mejor, espero, lo que ya no sé, es si la próxima vez que entre en el "Lactuca" de Plaza Catalunya seré un cliente más o si habrán colgado mi foto con una raya roja tachándome el rostro en todos los restaurantes de la cadena. Solo el tiempo lo dirá.

Operación bikini y anuncio oficial.

Bueno, vale, deacuerdo... Quizá el espejo de mi cuarto sea un poco deformante, pero lo que no miente es mi báscula, de modo que no me queda más remedio que empezar mi particular y fabulosa "Operación Bikini".

Quizá estos dos últimos meses me he despreocupado un poco, después de los primeros cuatro de este año, en los que lo único que tragaba era mi saliva porque no tenía para comer, desquitándome del hambre que he pasado hasta que encontré trabajo. A este engorde rápido se le conoce como "efecto rebote" se pierde peso muy rápido por la falta de alimento, el cuerpo se alimenta de sí mismo, pero a la que uno retoma el rítmo normal, tres comidas al día (y alguna que otra de propina) se produce la reacción inversa, "a toa leshe".

Mi plan de acción se desarrollará por fases:

Fase 1: Ir a comprar un bikini. Será complicado encontrar un modelo que me pueda sentar bien. Tendré que hacerme la cera desde los píes hasta el cuello. Que miedo me da lo de las ingles, tan nombradas por las expertas colegas del género femenino, aunque después de un total de veinte esguinces de rodilla, entre mis dos extremidades inferiores, me hago una idea de lo que es. Quizá sería buena cosa envolverme en un "tensoplast" sin venda de algodón, hacer de tripas corazón y empezar a dar tirones. ¿El objetivo? Motivación, por algo se le llama "operación BIKINI"

Fase 2: Hipnosis, documentales, paseos por el zoo, todo vale para aprender a convertirse mayormente en hervíboro. Observar durante horas a los grandes rebaños de cualquier cosa con cuernos, devoradores de cosa verde. Poca carne y más pescado, comer poco pero muy a menudo... Es un buen momento para emular a Newton y sus deliberaciones, que debío de zamparse un montón de manzanas. Dudo que formulase su teoría al primer manzanazo. Recientemente se ha descubierto que las manzanas tienen en su píel ácido ursólico, lo cual favorece la quema de grasa, además se puede aprovechar para hacer salud. En Gran Bretaña tienen un dicho: "An apple a day keeps the doctor away" es decir, que si te comes una manzana al día, podrás decirle adios al médico...

Fase 3: Ejercicio al menos 3 veces por semana. En mi caso es fácil; tenis y gimnasio, pero para el que no pueda permitírselo existen otras alternativas: salir a correr por la calle, ahora en verano ir a nadar a la playa... si tienes posibilidad de hacerte con una cinta andadora, hacer una bricochapuza y desconectar el freno y la bajada de velocidad, haciendo que todos los botones pongan a la máxima velocidad el aparato, pérdida de grasa garantizada.

Por último, pesarse cada dos días y apuntar en un lugar visible los resultados.

Conozco la fórmula, "mens sana in corpore sano" aunque el sentido de esta frase ha cambiado desde que la formulara Juvenal (poeta nacido en el año 55 d.C) me quedo con el significado que tiene hoy día.

Alimentación sana + ejercicio + 2-3 objetivos difíciles por los que luchar + 1 objetivo "imposible" = Una "hartá" de tiempo ocupado.

Si de tiempo libre hablaramos, creo que mis vacaciones (del 26 de noviembre al 9 de enero) van a tener de todo menos esto... Desde el horizonte voy viendo acercarse, sin prisa pero sin pausa:

- Un viaje a Marruecos para "pedir permiso" al padre de mi futura señora, (última semana de noviembre, primera de diciembre)

- Un proyecto de recogida de alimentos (segunda-tercera semana de diciembre) en el que está implicado el ayuntamiento de Cornellá y la Federación Catalana de Tenis. http://luisprince.blogspot.es/1339207680/

- Un curso intensivo de alemán y posible traslado a Giessen (finales de 2012 - principio de 2013)

- Por si fuera poco, la preparación de dos bodas el año que viene (una civil y la otra por el rito musulmán).

De modo que de objetivos difíciles e imposibles, voy servido...

Se aceptan donaciones!!!!

La edad no perdona

Hace unos días, nada más incorporarme de la cama, sentí un dolor intenso en el pecho que se extendía hacia mi brazo izquierdo y la espalda. Tras la punzada inicial, me quedé sentado al borde del colchón, tratando de encontrar alguno de los signos que me indicara que no estaba teniendo un infarto, tras unos segundos no fui capaz de encontrar la falta evidente de alguno de ellos, entonces mi experiencia activó mi instinto de supervivencia y buscó en cada rincón de mi cerebro todos los infartos que había antendido y cada palabra que había leído sobre el tema.

Lo primero que recordé, fue una estadística leída una noche de guardia en una ambulancia, un 12% de las personas que sufre un infarto, lo tiene al levantarse de la cama. ¡Bien! un cachondo mi cerebro, no necesitaba esta información, francamente. El siguiente dato que me llegó, fue que toser cada dos segundos, temporalmente, pueden mantener en marcha el músculo cardíaco, ya que la presión del diafragma sobre el corazón hace un poco de "masaje", así que sin prisa pero sin pausa, tosiendo cada dos segundos, me fui vistiendo y salí al centro médico con el móvil en una mano y la tarjeta sanitaria en la otra.

No tuve que esperar a pesar de lo lleno del ambulatorio, la combinación de palabras "dolor y pecho" activan todas las alarmas y, antes que me diera cuenta, apareció una enfermera a mi lado que me llevó a la sala de curas más equipada. Traté de relajarme, me encontraba un poco alterado, ya que paso por paso, me estaban aplicando el protocolo de infarto: electrocardiograma, tensión, carro de paradas en la esquina, dos enfermeras, una doctora y todos los estudiantes de enfermería y medicina del ambulatorio en la esquina, como buitres, esperando que "el de la camilla" estuviera a punto de fibrilar y tuvieran la oportunidad de ver como "chispan" a alguien, como yo mismo hice en hospitales y servicios de ambulancia, a los que fui en apoyo de una medicalizada.

En los cinco primeros minutos, la posibilidad de tener un infarto estaba descartada, pero mis constantes no eran los que debían para una persona de 34 años. Casi todos los buitres habían "levantado el vuelo" y ya solo quedaban una enfermera y la doctora en la consulta. Tras la anamnesis, es decir, "la entrevista" para recabar los datos de la historia clínica, la cosa se fue aclarando. Había estado bastante resfriado en los últimos días y el virus había viajado hacia el pericardio y este se había inflamado, en opinión de la doctora. Este diagnóstico aclara unas cuantas cosas. Hacía un par de días mi médico me había dicho "ya estás un poco viejo para partidos tan largos" cuando le conté que notaba presión en el pecho cuando jugaba más de una hora... que tenía que hacer un entrenamiento más específico para alguien "de mi edad". ¡La madre que lo parío! ya me veía haciendo viajes con el IMSERSO y enfrentándome en partidos "light" contra los jubilados del club.

Ya hace tiempo que de vez en cuando me he descubierto pensando como mi abuelo, cuando al cruzarme con "manadas" de jovenzuelos, he empezado a pensar "que no parecen tramar nada bueno", "que vaya pintas que llevan", o "que desde luego en mis tiempos, los jóvenes no íbamos así..." Vas en el metro escuchándolos, porque hablan a gritos, y te das cuenta que mientras te has hecho adulto, se ha inventado un nuevo idioma, ya que no entiendes una palabra de lo que dicen... Ya será hora pues, de hacer "cosas de adulto" es decir, casarse, hipotecarse y reproducirse, porque de quíen te vas a quejar mejor y más agusto que de tus propios hijos.
En esto estaba pensando, sentado en un parque, con unos piratas que dejaban asomar el tatuaje de mi pierna, cuando caí en la cuenta de un "yayo" que agarraba con fuerza el bastón y me observaba con desasosiego bajo un sombrero y desde detrás de unas gafas de culo de vaso, quizá, pensando que "en sus tiempos los jóvenes decentes no se tatuaban", "que no debía estar tramando nada bueno" o "que vaya pintas con esos pantalones".

Encendiendo la mecha

Recuerdo como si fuera esta mañana el momento en que me prometí no meterme en más líos del estilo Mar Menor Open, con todos los problemas que me dío aquel torneo, hubiera jurado que había aprendido la lección de modo que, fiel a mi promesa, el pasado día 5 me reuní con federación y ayuntamiento para proponerles organizar un partido benéfico para recaudar alimentos. No puedo evitarlo, no sé estarme quieto.

De camino al "departament d´esports" del ayuntamiento, recordaba un poco desanimado el muro con el que me había estrellado con mi última iniciativa y la falta de apoyos con la que me aderezaron la cosa solidaria en la que me empeñé. No estaba del todo seguro de que me fueran a tratar como un "pesao", otro pedigüeño que iba a empantanarles con peticiones difíciles y poco habituales, aunque ya había conseguido mi primera victoria al ser capaz de convocar al director de deportes del ayuntamiento, al técnico de solidaridad y a dos directivos de la federación catalana de tenis.

El recibimiento no fue exactamente como me lo esperaba, no era el primero, para variar, a pesar de ser puntual, y alrededor de la mesa de la sala de reuniones ya charlaban entre ellos los antes citados. Después de las pertinentes presentaciones y estrechadas de manos, tomamos asiento y comenzaron formalmente "las hostilidades".

Nunca me he achantado ante las muchas veces que me han obsequiado con frases del estilo "no es posible", "es poco realista" y demás, y las victorias imposibles conseguidas me animan a no tirar nunca la toalla ante mis batallas "perdidas de antemano" y enarbolar la filosofía de "cuanto-más-alto-apuntes-más-alto-darás", así que sin complejos propuse mi idea, hablando de tenistas profesionales para atraer público y recaudar alimentos, e incluso atreverme a nombrar a dos ilustrísimos en este pueblo, los hermanos Muñoz (Estopa). Llegados a este punto ya esperaba ver resoplidos equinos, aspavientos y la acera de la calle contra mi cara, pero mis interlocutores continuaban escuchándome, me atrevería a decir "fascinados", ya no sé si de mi fé o si por lo brillante y atrevido de mi idea, encima tomaban notas... Una vez acabada mi exposición, que hice del tirón y sin apenas respirar, se hizo el silencio en la sala... a mí se me antojó el silencio más largo del mundo, y hasta que el director de deportes no empezó a hablar, hubiera jurado que había pasado un par de horas.

La última frase que me dedicaron antes de salir, fue: "Ya la has liado, ¿contento?".
¿Contento? casi tuve que ponerme de lado para salir por la puerta, en los casi 50 minutos que duró la reunión me había hinchado como un globo, porque al fín había dado con gente como yo, entusiastas y luchadores del "imposible".
Mi partido benéfico había tomado dos líneas. La primera, si no era posible la de los profesionales del tenis, se llamaba "semana del deporte solidario de Cornellà" en la que los clubs deportivos del pueblo, se unirían para recaudar alimentos en varios actos, con partidos de exhibición y actividades en la calle... El CIT, centro internacional de tenis, pondría a disposición del usuario las "pistas solidarias" que se pagarían en alimentos en lugar de dinero, además de organizar actividades varias. La otra, que no está reñida con la primera, es la de consultar con las fundaciones de Rafa Nadal y Ferrero, para ofrecerles el tema del partido. Además se intentará conseguir la colaboración de Estopa, Jordi Évole ("Salvados" La Sexta) el RCD Espanyol y Fútbol Club Barcelona, entre otros.
Será de cara a navidad, cuando la gente está un poco más predispuesta a ser solidaria y las donaciones irán para una "tienda solidaria" que se abrirá en breve para gestionar las ayudas municipales.

No me importa haber perdido totalmente el control y gestión del evento. Siendo realistas, lo que quiero montar queda muy lejos de mi capacidad de organización, pero sí que tendré que trabajar de lo lindo en diciembre, que estaré de vacaciones. Como me decían "harán falta manos". Mis dos manos izquierdas y yo, estaremos encantados de ayudar en lo que haga falta, después de todo, el proyecto es mío.

¡Que fácil se me antoja superar los 700kg. de alimentos recaudados en el Mar Menor Open!.

Visitantes de la noche

A veces me da por pensar que la gasolinera donde trabajo es como una bombilla en medio de la noche y, como tal, su brillo en la oscuridad atrae a todas las polillas y bichos varios en kilómetros a la redonda. Es de agradecer que me separe de semejante colección de alimañas un cristal blindado de 3 centímetros de grosor, prefiero no imaginar que pasaría si este no se interpusiera entre ellos y yo.

En los muchos años que llevo detrás de una caja, en varias etapas, casi he podido catalogar a todos estos elementos que pululan por las calles mientras la mayoría duerme. A saber:
  • Familias y paseantes varios: Los más madrugadores e inofensivos. Suelen ser familias o vecinos de la estación, que se retiran a casa, con o sin niños. Compran cosas normales, leche, pan, bebidas... en ocasiones algo de comer, sobre todo helados (en verano) cosas dulces en general (en inverno). Algunos vienen deshidratados o demasiado hidratados, estos últimos vienen bailando, con las piernas apretadas y pidiendo con cara de "no-puedo-más" la llave del wc.
  • Los que van de fiesta: Suelen aparecer entre las 23h. y las 2 de la madrugada. Este grupo se subdivide a su vez en A.- Los más jóvenes, que se mueven casi siempre a píe o en moto y suelen ir en manadas de entre 3 y 7 elementos, con una estructura social bien diferenciada y perfectamente estamentada, con un lider que suele ser el que se acerca a la caja y da por saco todo lo que puede (y un poco más) y B.- Los que van en coche. Un poco más mayores, se mueven en grupos más pequeños de entre 2 y 4 individuos. No es fácil distinguir quíen es el lider, aunque el conductor es casi siempre el que se acerca a la caja. En ocasiones el copiloto o uno de los acompañantes son los que se plantan en la "caja nocturna" pero suelen ir inseguros y depistados y piden, casi siempre a distancia y a gritos, instrucciones al conductor (con lo fácil que sería hacerlo cuando está con él o ella)
  • Los que vuelven de fiesta: Igualmente siguen volviendo en dos grupos, idénticos a los dos del apartado anterior, a cualquier hora a partir de las 3 de la madrugada. Los primeros, los más jóvenes, vuelven claramente perturbados y a menudo bastante "cocidos", como "una peonza" o también con "una mierda como un piano", según el caso. Los segundos, suelen venir más tranquilos, algunos directamente inconscientes. Es un prodigio verlos conducir con los ojos cerrados, la boca abierta y las comisuras de los labios llenas de baba...
  • Zombies: Suelen ser personas (por así decirlo) que vagan mientras dura la oscuridad, en busca de alcohol, bebidas varias y tocar las narices, haciendo que el cajero recorra la tienda una y otra vez, cuando se podía traer todo en un solo viaje. No suelen sobrepasar los 25 años y cada vez más, son originarios del sur del continente americano.
  • Trabajadoras de la noche: aparecen a cualquier hora, siempre se llevan lo mismo, agua, chicles, tabaco y ocasionalmente cerveza. También se dividen en dos grupos: A.- Mujeres (95% extranjeras) y B.- Transexuales (100% extranjeras). Son simpáticas casi todas y dan buena y breve conversación.
  • Taxistas: Maleducados, pedigüeños, se piensan que la gasolinera es un banco, sea lo que sea lo que compren, no te dan menos de 20€ y encima te reconocen que es "por cambiar". Casi siempre usan el servicio y te miran mal si este no pasa una escrupulosa prueba microbiológica, es decir, que siempre te miran mal.
  • Frikis varios: Niñatos (en alto estado de cocción) que se ponen a llorar a moco tendido cuando no les vendes alcohol (caso real), árabes que llegan tambaleándose en busca de "birra" y te llaman cosas bonitas, en su idioma, cuando no les vendes (caso real again), elementos con mucha hambre que intentan liarte con el cambio. En mi gasolinera vendemos pizzas (precocinadas), esto viene por el siguiente tipo de friki, el que se piensa que está en una pizzería y te pide la carta, los ingredientes y que se quedan con cara de idiota cuando le dices que son las de "campofrío". 
  • Extranjeros perdidos: Que llegan al país sin molestarse en aprender a decir siquiera "hola", y que ponen a prueba el nivel de inglés que tengas. Los que vienen a verme se van más perdidos de lo que llegaron, porque a pesar de que puedo decir dos o tres palabrejas, no conozco apenas la zona. 
  • La compañera que te da el relevo: Llega siempre con el tiempo justo, con la marca de las sábanas en la cara y con aliento cafetero. Es la persona que más te alegras de ver en el mundo entero, tengas o no pareja, los mejores amigos del mundo o la familia más maravillosa... 
En esencia, es un buen resumen y engloba al 99% de los visitantes nocturnos de una estación de servicio.

No hay dos sin tres

Vaya, pues ahí vamos de nuevo, ya lo dice el refrán: No hay dos sin tres.

Hoy he puesto en marcha definitivamente mi idea del partido benéfico para recaudar alimentos... Sí, sí de tenis...

¡Menuda diferencia la actitud entre el ayuntamiento de San Pedro del Pinatar y el de Cornellà! Cuando le plantee mi idea a la técnico de San Pedro, sobre el torneo benéfico, casi me miró mal al entender que le iba a tocar trabajar con todo esto, aunque tampoco le dí demasiado trabajo, ya que me encargué personalmente de prácticamente todo.

Los recursos humanos que se "implicaron" en Murcia fueron; la técnico de deportes del ayuntamiento y el director del polideportivo... aunque no es tanto la cantidad de personal que se dedicó a la preparación del torneo, si no la actitud con la que encararon mi propuesta.

Del otro lado, en Cornellà, primero me dirigí a la recepcionista del Centro Internacional de Tenis, (mi club) que inmediatamente llamó al director, el cual me recibió con una sonrisa y me reenvió al técnico de deportes del ayuntamiento, quíen a su vez, envió mi solicitud escrita al director de deportes del consistorio, el cual fichó inmediatamente al técnico de solidaridad, el que a su vez contó con la colaboración del director del área de docencia e investigación de la federación catalana... de modo, que el día 5 de junio a las 11 de la mañana, necesitaremos un auditorio o palacio de congresos con no menos de 800 plazas y una mesa de reuniones como un estadio para la reunión de puesta en marcha de todo esto, porque como mi email se siga reenviado, además de ser más leído que "El Quijote" va a tener que ir a la reunión hasta el conserje del ayuntamiento... Además, en la "reserva" tengo a la Generalitat de Catalunya esperando un email, que supongo recibirán de parte del ayuntamiento, que tendrá más peso que si lo envío yo.
Los 700kg. de comida que conseguí en el Mar Menor Open, se me antojan fáciles de superar solo con las espectativas, además de que hay varios factores que así lo aseguran: Será en navidad, época en la que la gente está más dispuesta a ser solidaria, la densidad de población, los medios que se van a poner sobre la mesa, las instituciones dedicadas a ello, y cuando empiece a rodar el proyecto, los medios de comunicación que se van a emplear. En resumen, estoy pletórico.

De momento no hay casi nada digno que destacar, salvo un pequeño casi-choque frontal con mi pasado, que no hace mucho pasaba por mi calle en grupo-de-a-cuatro. Esa tarde salí de mi edificio somnoliento y quizá, con demasiado impulso, así que solo una afortunada suma de de habilidad psicomotriz, agilidad felina y suerte, evitó que pisoteara, en una acera de poco menos de metro y medio, a los cuatro "hobbits" que se interpusieron en mi camino: la plana mayor de la familia Cortés, es decir, los padres y tíos de mi ex.
El encuentro sin ser más que una chorrada anecdótica, sí que dejó, valga la redundancia, una anécdota digna de destacar, cuando el padre de ella, el enano mayor o papá pitufo, me envió un mensaje... en realidad me lo envió a mí y a todo el que se encontrar a menos de 32 km. de distancia, porque el grito que pegó debió hacer saltar las alarmas del Centro Sismográfico de Catalunya.
Como siguiendo un guión, el tio de ella empezó a decir que quería una niña, a lo que el padre de la criatura dijo que para que quería una niña si ya tenía a su sobrina (mi ex), el "tito" insistió en que le gustaría tener una chica... mi "exsuegra" decidió poner sus dotes interpretativas en juego (dignas del Oscar a la mejor actriz) cuando hizo saber que su sobrina era como una hija para él, entonces el padre de la criatura, "a grito pelao" me hizo saber "lo guapa que está la niña". No es que prestara especial atención a la conversación, pero es que caminaba metro y medio por delante de ellos...

El día 5 os doy más noticias.

Otra de tenis

Aunque no lo parezca, esto no va a ser un blog de tenis, a pesar de que las dos primeras historias traten principalmente de este deporte.
Con gran pesar, debo aceptar que tengo que jubilar a mi raqueta. El último partido que jugué con ella fue realmente su último partido, aunque hay que reconocer que su última actuación, aun accidental, fue realmente espectacular.
Venía de una semana en la que no había dormido mucho, esa noche fue realmente soporífera y a lo largo de la mañana, el patio de luces al que da mi habitación, se había llenado de ruidos que, normalmente, o no oigo o no se producen, además de un par de llamadas por teléfono y algún que otro grito descontrolado que terminaron de romper mi ciclo de sueño, así que al final me levanté una hora antes de lo que debía y somnoliento me fui al club, a la espera del partido para el que había quedado. Al menos allí me podría tomar un café y tratar de espabilarme.
Me estaba costando sujetar la raqueta, tenía la mano muy tonta, aunque no pensaba retirarme. Me estaba calentando y ya empezaba a disfrutar con el partido, muy disputado, que la mano estuviera un tanto adormilada no era más que un detalle sin importancia. Durante el partido, la raqueta se me había caído un par de veces, pero nada presagiaba que el siguiente punto iba a ser el que la llevaría a la jubilación. Estaba “restando” es decir, mi contrincante estaba al saque, y lo cierto es que lo hacía muy bien (todo lo que sabe lo aprendío de mí). El juego estaba empatado, 30-30, y mi rival ya botaba la pelota concentrándose para retomar el saque. Pude intuir lo que pensaba, iba a lanzar la bola contra mi revés, mi peor golpe, aun así intentaría  ganar el punto haciendo un "winner" esto es, soltar un leñazo tal a la bola, que el rival ni la viera pasar... Se produjo el saque, yo me moví con acierto, armé el brazo llevando atrás la raqueta, la incliné para liftar el golpe, adelanté el pie derecho y lancé mi peso hacia delante para golpearla bola con mayor potencia... el impacto fue bueno, centrado, la bola liftada volaba hacia la esquina, un paralelo digno del mismísimo Richard Gasquet, pero algo ocurrió mientras completaba el movimiento del brazo hacia delante y luego arriba, la empuñadura de la raqueta se me fue de la mano y tras pasar volando por encima de la valla de más de 3 metros de alto, fue a golpear ruidosamente contra el hormigón que forma el suelo de los pasillos que distribuyen las pistas. Mi rival se rió, yo en un principio, mientras la veía volar también, más que nada por lo tonto de la situación, pero cuando escuché el sonido de mi Prince O3 speedport contra el duro suelo noté un escalofrío por la espalda. Un pistero que pasaba por allí y que vío aterrizar la raqueta, dirigío la mirada al cielo, probablemente desconcertado ya que está acostumbrado a ver entrenar a profesionales en esas pistas y a ninguno se le escapa la raqueta. Quizá se preguntaría si el cambio climático haría llover raquetas, pero luego me vío corriendo hacia él, con cara de apuro y su expresión cambío. Una vez llegué junto a ella, la recogí ante la mirada de desaprobación del pistero. Un poco rallada, con un desconchón, pero parecía estar bien...
Volví a la pista,pedí disculpas a mi rival y continuamos con el partido. La bola entró, hubiera dicho John Mcenroe (o como se escriba) la marca en la mismísima esquina, sobre la linea, era más que evidente, 30-40.
Mi contrincante, el mismo que apareció en la anterior historia, volvío a sacar, esta vez a mi derecha... una vez más impacté la bola, pero entonces me percaté de que sonido de la raqueta había cambiado, vibraba demasiado a pesar de que el cordaje parecía estar bien y el antivibrador seguía en su sitio. El siguiente golpe lo mismo, y el otro y el otro... Empecé a preocuparme, repasé el marco una y otra vez durante el partido, no se veían grietas, solo las marcas de juego y las señales del aterrizaje forzoso, donde había perdido algo más de pintura. No me quedó más remedio que cambiar a mi segunda raqueta, incluso ante las protestas de mi codo, una vieja Wilson, que pesa lo mismo que un coche pequeño y que suelo llevar por si rompo cuerdas en pleno partido. Después de la epicondilitis que pasé, debí deshacerme de ella, pero nunca me puse a buscarle una sustituta y ahora sólo tenía la opción de retirarme o acabar el partido con ella. Para mí retirarme no es una opción, pero a mi rival se le terminó el tiempo y se tuvo que marchar cuando alcanzamos el 5-5, así que técnicamente, gané el partido, aunque eso para mí ya no tenía importancia.
Guardé la Wilson y saqué de su funda la Prince para, de camino a las duchas, poder observala con más detenimiento. Me crucé con un socio con el que había jugado en mi anterior etapa en el CIT, y tras saludarlo, le conté que había pasado.
Carles es como el maestro Yoda de Star Wars, salvo por el color verde del personaje, todo lo demás es igual. Habla raro, un dialecto del catalán de la zona del Valle de Arán, parece un hombre frágil, pero en la pista se mueve como si en lugar de piernas tuviera muelles.
Observó la raqueta con detenimiento y tras varios “ummmm”, “ya veo” y “ahammmsss” me la devolvió. Con expresión triste, su aranés cerrado y a ratos incomprensible, me dijo: “De raqueta que cambiar tienes joven Jedi, ahora en el lado oscuro está, repararla no puedes” El maestro había concluido en que tenía una grieta interna y que en cualquier momento se podía rajar.
La recogí y con expresión triste me encaminé a las duchas, los socios levantaron sus raquetas para hacer con ellas un “pasillo de honor”. En el los altavoces de todo el club resonaba la canción “algo se muere en el alma (cuando una raqueta se va)” interpretada a duo, en “Do Menor”, por Roger Federer y Bjorn Borj. Ahora mi querida Speedport, la raqueta con la que había jugado en los últimos años, con la que había jugado (y perdido) casi todos los partidos de mi torneo, la que me había acompañado ante la tele en muchas finales de Roland Garros, Wimbledon, Copa Davis, ya estaba en el cielo de las raquetas, donde nadie las golpea contra la pista porque ha fallado el punto, donde las pistas son de algodón y la tierra batida no araña la pintura, donde las bolas son de nube y los cordajes no sufren la pérdida de tensión por el impacto de saques asesinos... Que descanse en paz!

Ayer fui a elegir una sustituta. La historia de mi raqueta había corrido entre todas las raquetas de los alrededores, su vuelo ya es una leyenda solo comparable a la del “Spirit of St. Louis” y el mito del político honrado. A mi paso, todas las raquetas de la tienda guardaron un respetuoso silencio en recuerdo de su compañera desaparecida y solo una Prince O3 tour + (en oferta) como la que usa Gael Monfils, se ofrecío valiente. La cogí y examiné con detenimiento, la sopesé y la agité en el aire. ¿Que hubiera dicho el maestro Yod... Carles de ella? Al final fue la elegida, y me la llevé conmigo. Esta mañana se la presenté a Carles, que la recogío con mimo entre sus manos expertas, la volteó un par de veces e hizo un gesto de aprobación... El resto ya es otra historia...

Retorno a las pistas.

Hoy, un año después de mi torneo, el Mar Menor Open, he vuelto a empuñar mi fabulosa Prince O3 Speedport Black, ahora que vuelvo a ser socio de mi club... Aquí la opción de pagar la pista cuando vas a jugar, es casi, casi inviable, los precios están diseñados para que te hagas socio: 17€/hora la pista "dura" y 22,50€/hora la de tierra batida, sin contar la luz: 5,90€/hora. Los precios son de escándalo si los comparas con los de, por ejemplo, el polideportivo de San Pedro, 3€ pista "dura" y 4€/hora la de tierra batida, la luz no la recuerdo.

Volviendo al club, la recepcionista, el monitor del gimnasio y uno de los monitores de tenis, sorprendentemente me recuerdan (soy "el de la ambulancia") debo de haber sido el único sanitario que ha pasado por allí... el monitor de tenis no me extraña que me recuerde, me entrenaba cuando España derrotó a Argentina en la copa Davis el 2008... después de Nadal & Cía, les dieran buena paliza en la final, llegué yo a clase el lunes y lo primero que hago es preguntarle a mi profe, (argentino el pibe) "¿Viste la final de ayer?" cosa que no se tomó muy bien, a pesar de que no lo decía para hacer sangre: "Chincha rabiña"... no recuerdo a ningún entrenador que me haya exprimido de esa forma en todo el tiempo que estado haciendo deporte... terminó el entrenamiento y no podía ni levantarme de la silla... si normalmente es un típo exigente con sus alumnos, conmigo se pasó tres pueblos. Normalmente terminábamos los entrenamientos haciendo unos peloteos, (y no me refiero a hacernos mutuamente "la rosca") ese día entendí como se siente un limpia-parabrisas... me tuvo toooodo el peloteo enviándome pelotas a las esquinas, y allí que iba yo corriendo porque le daba con la fuerza justa para hacerme ver que llegaba, pero no lo suficiente como para enviarle una pelota que "desactivara" su ataque, de modo que estuve esprintando como 20 minutos, con la lengua fuera, para gozo de los demás alumnos del club (que es una residencia también para tenistas promesa y de perfeccionamiento para competición). Un grupo de "peques" se apostó en la pista de al lado mientras que su "profe" les explicaba los fundamentos de la defensa, cosa que yo estaba haciendo "de libro" mientras agonizaba en los últimos minutos, aunque yo pienso que más que explicarles como defenderse como-un-gato-panza-arriba, me ponía como ejemplo de lo que no hay que hacer cuando un país pierde la copa Davis... He recordado que esto ya lo conté en 2008, en un email se llamaba "Ala que frío" y que empezaba así: 

Lunes 24 de noviembre de 2008 13:18

"Hola... ¿Qué tal?
Yo ahora mismo en casa, la ola de frío ya empieza a dejarse sentir poco a poco, el esperado viento está llegando y acabo de cerrar la ventana porque, con las rachas fuertes, cae a tierra algún esquimal, pingüino e incluso algún iceberg... Esta mañana no hacía ni mihita de frío, es más, he sudado de lo lindo en el entrenamiento... Bueno, además de por el calorcito que hacía es que he metido la pata a base de bien... Los lunes entreno con el profe del club, uno de ellos, y no recordaba que es argentino... y nada más llegar, cuando aun estoy sacando la raqueta de la funda, no se me ocurre otra cosa que preguntar si había visto la final de la Davis más que nada para intercambiar impresiones, él es un profesional de este deporte...
Al  instante siguiente de haber hecho la pregunta, con su mirada fulminándome de lado a lado, he caído en la cuenta de su nacionalidad, ains, que mañanita me he pegao, he corrido más que Verdasco ayer en la final... Hay que ver estos argentinos, que poco sentido del humor tienen... Pero bueno, llevaba casi todo el fin de semana tirado en el sillón así que me ha venido bien para ponerme de nuevo las pilas" 

Hoy, con el subidón de buen rollo, por volver a mi CIT (Centre Internacional de Tennis), el gustazo de volver jugar y encima hacerlo en pista cubierta porque hacía mucho aire, hemos cogido pista un par de horas. He jugado con un finés del que no podría decir la edad ni por casualidad. Es un rostro de esos por los que no parece pasar el tiempo, y aunque su cuerpo habla de una edad, su cara habla de otra... Hemos empezado a pelotear y me he dado cuenta de que no he perdido tanto "toque" como yo pensaba... total, que me he confiado y he empezado a correr como si fuera la final de Roland Garros, a todas las bolas; dejadas, paralelas, cruzadas, subido a la red, detrás de los globos... ninguna bola era imposible... pero claro... mi estado de forma no es el que era... y después del tiempo que llevo sin hacer deporte, la mala alimentación, una hora corriendo como una liebre... he pagado caro mi atrevimiento y, durante el partido, propiamente dicho, aunque no he quedado con ningún juego en blanco, me ha metido un doble-seis-cero como una catedral. En mi defensa diré, que el sol me daba de cara, el viento solo soplaba cuando sacaba yo, encima racheado, hay luna llena y una extraña conjunción de planetas que solo afecta a los que juegan con el modelo de raqueta que uso... (y ahora alguien piensa, "pero no era en pista cubierta"?) ¿Ves? la conjunción planetaria sigue jugando en mi contra!!! 
No sé si me volverá a llamar, porque sacar a un tío arrastrando que pesa lo que yo, mientras grita "déjame, sálvate tú" (no podía moverme oiga) aunque le hayas metido una paliza tenística, queda un poco feo... Total, que me he ido a casa, cansado pero contento, paseando y contento, he comido contento y me he acostado contento... contento hasta que me he levantado de la siesta, que hoy ya trabajo. Es como si una apisonadora se hubiera dedicado a pasarme por encima mientras dormía... la leshe!!! me duele tó! especialmente las rodillas, que las pistas que no son de tierra son las más nocivas para las articulaciones porque no amortíguan... en la gasolinera me he agachado a por una moneda que había caído y me he tenido que quedar un rato ahí... sin saber si subir o llamar a los mossos... aunque palos agusto no duelen, dicen... claro, ese tío no jugaba al tenis cuando lo dijo, ni se pasó un año sin jugar...