martes, 8 de enero de 2013

¡Sexo gratis!

Bien, si este artículo no es del todo lo que esperabas, a lo largo de el, desvelaré una técnica para encontrar eso que has entrado buscando... ¡No te vayas! ya que estás aquí, lee el artículo. No te lo tomes como una tomadura de pelo, únicamente es un experimento, que llamaré "la importancia de un buen título", motivado por el estremecedor fracaso en visitas de mi anterior entrada "iniciativa solidaria".

No quiero especular sobre los motivos de esto, así que seguiré con mis historias de siempre, hasta que me de por contar dicha fórmula...

Creo que es buen momento para hacer balance de lo que fue dos-mil-doce, esas pequeñas historias que no merecen, por sí solas, una entrada en el blog pero que, unidas, es más que posible que consigan arrancar alguna sonrisa.

El año que ahora ha terminado me encontró en Barcelona, a la que me trasladé desde Murcia a finales de diciembre, tras unos pocos años fuera y a la que decidí volver respondiendo a una oferta de trabajo, que finalmente se esfumó,

Fueron cuatro meses duros, intensos, siempre al borde del abismo y "a un pelo" de caer. No había demasiada diversión... Lo debería dejar en que "pasé más hambre que el perro de un ciego" y cada día era más angustioso que el anterior, conforme se me iba terminando el dinero. Pasé  la suficiente hambre como para plantearme cosas que nunca me plantearía en situaciones normales.
Un conocido, que ya había pasado por una situación similar, me comentó que durante un tiempo, había hecho de "chico de compañía" o "scort". Esto trata de acompañar a mujeres económicamente pudientes, por una o varias noches a actos sociales, espectáculos, cenar, a un viaje o a cosas más simples como pasear o tomar un café. Llegado el momento, negociado de antemano, las obligaciones para con... "la clienta" han terminado, pero en ocasiones, dicha señora puede requerir otros servicios, que, aunque no son obligatorios, pueden constituir una notable ayuda económica.
A finales de abril, cuando ya solo me quedaban hacerme "puto" o regresar a casa-de-papá "con el rabo entre las piernas" sin un duro y con pocas posibilidades de trabajo en el pueblo, habiendo dejado atrás la ciudad que considero mi casa, y en ella, a mi futura esposa, una antigua empresa en la que trabajé, me rescató del abismo y estabilizó mi economía lo suficiente como para poder quedarme.
No llegué a apuntarme a una de estas agencias, aunque tenía nombre y teléfono y un contacto de alguien que me hubiera enchufado. Estaba decidido a quedarme, y para esto, haría lo que tuviera que hacer.

Aunque esta primera parte tiene indicios sexuales, no es, quizá, lo que el título sugiere. Aun lo dejaré un poco más adelante. Sigue leyendo.

No estaba en mis planes volver a trabajar en gasolineras, me costó una guerra de trabajo y sacrificio el lograr una formación que me permitiera abandonar este inóspito oficio, más aun de los turnos de noche, cosa prohibidísima por mi neurólogo, pero dadas las circunstancias socio-económicas actuales, me puedo considerar un afortunado de tener un trabajo.

La estabidad económica me devolvío a las órbitas que antaño tuve que abandonar. Volví a mi antiguo club de tenis, donde una mañana en el gimnasio, mientras trotaba alegremente en la cinta, como un cervatillo en el bosque, una de las potenciales tenistas profesionales que se "crían" en el club, que es además, centro de alto rendimiento, se fijó en el logotipo de mi camiseta.

Durante el tiempo que estuve lejos de casa, organicé un torneo de tenis anual, llamado "Mar Menor Open", através de una página web, me consta, muy seguida en el mundo del tenis. No es de extrañar, que jugadores de cualquier tipo visiten sus páginas, y por descontado, leyeran sobre el enorme "cacao" que se montó durante la última edición, que se destinó a la recogida de alimentos para una asociación benéfica. No me apetece rememorar aquella bronca "infantil", de modo que seguiré diciendo que la jugadora antes mencionada, se dirigió a mí, y me preguntó sobre si había jugado el torneo. Un rato después, tras contarle que era el organizador y que ella se revelara como visitante habitual de la web, me comentó que no le había parecido justo en absoluto como se habían portado conmigo y mi torneo. Aquello me arrancó una sonrisa por tan inesperado apoyo, y tan a destiempo, pero siempre va bien recibir una palmadita en al espalda.
Todo esto no tiene nada de sexual, pero recordar aquella histórica bronca, alrededor de un torneo benéfico, me da bastante "por culo", con lo que es todo cuestión de perspectiva, aunque sigue sin ser lo que algunos andáis buscando.

Hay que decir que no fue la única anécdota del verano.

Durante las cálidas noches estivales, entre manadas de jóvenes que van y vienen, encerrado tras mi cristal blindado, me han visitado seres extraños como ya relataba en "visitantes de la noche", aunque varios de ellos quedan retratados allí, no están todos los que son.

Poco después del fin de las clases, con las calles inundadas de adolescentes, pude observar, atónito, como un grupo mixto, que desfilaba ruidosamente por la otra acera, se detenía y se ponía a charlar enfrente de mi "pecera", lanzándome esporádicas miradas furtivas desde el otro lado de la carretera. Esto despertó mi curiosidad, preguntándome que estarían tramando, cuando sucedió lo que menos me esperaba.
Una de la chicas del grupo, se quitó la camiseta y, en sujetador, se dirigió a mí y me dijo algo así como:

-"Estoy muy sola y quiero saber si vendes consoladores"

Lo que no se esperaba era que le preguntara si lo quería manual, a pilas, de sabores o en forma de barra de pan. Ante la cara de tierra-trágame, decidí poner fin a aquella extraña situación, preguntándole si había perdido una apuesta, para ir por la calle con un sujetador medio-transparente, a lo que me contestó, con una naturalidad pasmosa con un "algo así" y volvió rápidamente con su grupo.

La noche de San Juan fue otra de esas noches. Quizá el bochorno que impide dormir, el ambiente festivo en las calles, o las muchas copas que llevaban encima algunas, les llevó a intentar arrancarme de mi puesto de trabajo para meterme en su cama al finalizar mi turno. Mención especial a una vecina de la estación de servicio, que tras llamar desde la gasolinera a su banco y bloquear sus tarjetas porque, decía, se las había robado, se quitó la falda y me la dejó en la ventanilla, marchándose "tan fresca", no sin antes invitarme a subir. La falda se pasó allí días, hasta que un miércoles, después de mis días de fiesta, me contaron que la dueña la había recuperado. Nunca volví a ver a aquella chica cara-a-cara, de vez en cuando la veo cruzar la calle, siempre manteniendo la distancia con la tienda.


La conclusión a esta parte de la historia, es que si quieres sexo gratis, trabaja de noche en una gasolinera que esté cerca de una discoteca... o como dijo aquel, todo lo que busques, lo tendrás al alcance de tu mano.

El miércoles me reincorporo al trabajo, después de mis merecidas vacaciones... así que supongo que... ¿Continuará?



4 comentarios:

  1. ...muy bueno! y estupenda conclusión y consejo en torno a esta historia de "sexo gratis". Un cordial saludo y feliz año 2013.
    Ramón.
    P.D.: Te invito a que pases por mi blog DISEÑO GRÁFICO CON PHOTOSHOP (www.ramonferrera.blogspot.com). Desinteresadamente enseño técnicas muy fácil de realizar, "paso a paso", para aplicar a nuestras fotografías con Photoshop. Espero te guste y resulten útiles mis tutoriales.

    ResponderEliminar
  2. jajajaja prometo no haber entrado a leer por el titulo, lo he echo porque me gusta como escribes xD

    ResponderEliminar
  3. Lo sé sobri, eres de mis lectores más "fieles".

    Esta historia ya está en el "top 4" de entre todo lo que he escrito... ¡en menos de 24 horas!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. joder... no te has planteado escribir un libro??

      Eliminar