miércoles, 15 de octubre de 2014

Curso para padres (II): Anatomía de una premamá (de 0 a 5 meses)

Aunque el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, define premamá como "ropa o accesorios para una embarazada", en este contexto, mi definición es distinta. Y dice así, Premamá: mujer embarazada. Sencillo. Escueto. Simple. Realmente no hace falta esta definición pero, por dejar clara una cosa importante para la estructura de la historia; como todo hombre, compañero de embarazada sabe, una embarazada, desde el minuto uno, deja de ser persona. Es rotundo y contundente, pero alguien tenía que decirlo.

No quiero referirme a que, la embarazada, sufra una transformación física (que en parte la sufre) monstruosa y bizarra, pero sí es una verdad impepinable que, ya en los primeros días antes del descubrimiento, (para los despistados, ver "Curso Para Padres I"), comienza en ella una sutil transformación física y hormonal, casi invisible para el conjunto de los hombres normales pero que, a ojos de otra mujer, son "pequeños" cambios que se detectan como si fuera la llegada de un tsunami y avisan a sus congéneres, como un instinto animal, de la aproximación de ese peligro inminente, motivo por el cual, a una embarazada, se le deja espacio por parte de las féminas-no-encinta cuando caminan, aún cuando no saben de su estado, alegremente por la acera, dedicadas a sus quehaceres, de camino al trabajo, al gimnasio o donde sea.

Ellos, sin embargo, lo único que preciben es a una mujer radiante, que atrae miradas por la tersura de su piel, la luminosidad de sus ojos y por... bueno, dejémoslo ahí.

Y es que una premamá, poco a poco, adquiere habilidades y actitudes sobrenaturales, imposibles de igualar o neutralizar para las "no-madres". A ojos de buen entendedor, recordarían lo que viene a ser el equivalente quasi-humano de un terminator. Habilidades y actitudes que se mantienen, muchas de ellas, a lo largo de la vida. Quíen no ha pasado, de joven, por la situación de no encontrar algo, que tu madre te diga "como-vaya-yo-y-lo-encuentre..." y lo mejor de esta frase medio-vacilada-medio-amenaza es que, efectivamente, llega, mira y encuentra, o la indescriptible puntería que desarrollan de la noche a la mañana con el lanzamiento de zapatilla, cuando antes, algunas mujeres no habrían sido capaces de darle a un edificio de seis plantas a medio metro de distancia, habilidades desarrolladas durante el embarazo.

En una clara sucesión de ejemplos sobre las evoluciones de sus sentidos, el sentido de la vista se actualiza e iguala en un "mucho-por-ciento" al del objetivo del telescopio espacial "Hubble", siendo esto un extra evolutivo que proviene, y se ha conservado, de las mamás de la prehistoria, que necesitaban detectar posibles peligros para sus retoños de un solo vistazo, en aquel tiempo tan hostil para la vida como venía a ser el de entonces.

Una premamá necesita tranquilidad y reposo. Es por ello, que el compañero de la mujer, debe extremar las precauciones para no provocar estrés, enfado o inquietud en ella, con o sin motivos ya que, asustada ella misma del aumento de percepción en general, una partícula de polvo de un lugar extraño a los hábitos del futuro padre, será detectada y analizada por su nuevo "súper-zoom-óptico-incorporado", con o sin lógica, por la futura madre de un solo vistazo y, lo más probable, malinterpretada al instante debido a la tormenta hormonal que gobierna en ella. Esto, o cualquier otra cosa; la suave brisa, la rotación y traslación del planeta, los ciclos lunares o, incluso, la espuma del mar, puede ser motivo de una explosión de genio similar a la del volcán Krakatoa, la explosión cataclísmica más ruidosa de la historia del planeta (más info: aquí) Ya se sabe: una premamá es tan inestable e impredicible como la erupción de un supervolcán.

Otro gran avance de los sentidos de las premamás, es el del olfato. Datos extraidos de oscuros y secretos rincones de internet, y publicados en exclusiva por este blog, hablan de regímenes absolutistas de países con poco respeto por los derechos humanos, donde se pone a embarazadas a oler maletas en los aeropuertos para detectar artículos prohibidos, buscando personas escondidas o incluso detectando, en laboratorios gubernamentales, la composición química de cientos de artículos con "receta secreta". Tal es su percepción de los aromas que las envuelven, por sutiles que sean que, mi embarazada, de vez en cuando dice: el vecino está fumando o, ha pasado bajo nuestra ventana, (a unos diez metros de altura) alguien con tal perfume, elaborado tal fecha, en la fábrica de tal país, por el operario x. Y lo más probable es que acierte en casi todo, eso cuando esté despierta.

Las siestas de las embarazadas pueden llegar a ser míticas. La hibernación de algunas especies animales no es si no una burda imitación de como duerme una embarazada que, como dice la sabiduría popular, cuando se levantan no miran la hora, miran el calendario. Es más, las momias no son personas que murieron y desecaron, son embarazadas a las que se les fue de las manos la siesta. 

Pero quizá el más "sentido" desarrollado por una premamá, es el de comer. Una embarazada no come, traga inagotablemente, mira a sus posibles rivales con desprecio, protege su comida con sus brazos y, en su caso, con su redonda pancha, y vuelve a tragar.

Es bien sabido que alguna de las hambrunas más importantes que se han sufrido, fueron debidas al gran número de embarazadas en una zona en concreto cuya hambre, voraz e inagotable, acabó con todas las existencias de cualquier cosa comestible en kilómetros a la redonda y obligando al resto de sus congéneres a trasladarse para poder sobrevivir. Este debe ser un dato muy a tener en cuenta por el compañero de la embarazada, de tenerlo, no debe quedarse sin comida en casa si no quiere acabar digerido en un antojo canibal de la futura madre.