sábado, 12 de abril de 2014

Desvampirización

Si las cosas no se tuercen, en breve podría cambiar mi puesto nocturno por uno diurno. Tras más de dos años en mi "pecera de cristal", vigilando este trocito de Barcelona noche-tras-noche, el "retorno a la luz" puede ser complicado por los hábitos adquiridos durante muchos meses de vigilia. Si las cosas no se tuercen, en breve, podría empezar el proceso de "desvampirización".

No es la primera vez que paso por un cambio así. Hace unos cuantos meses, descontando periodos  vacacionales, de forma un poco traumática, me ví obligado a dar este salto de una forma un tanto abrupta, dicho salto duró cuatro meses, más otro par de ellos, que me costó volver a coger el rítmo, aunque no fue del todo completa porque no salía de mi guarida para nada, por el obligatorio reposo.

Algún que otro compañero ya que me ha comentado como será todo, bastante más rápido, para empezar, que cuando se recorre el mismo camino a la inversa.

Algunas cosas a tener en cuenta:

El sol. Los primeros días de trabajo bajo luz natural, los ojos se salen de sus órbitas cada dos por tres. Poco acostumbrados al baño de luz, el nervio óptico se inflama y hace que los ojos hagan, literalmente, "puenting", debiendo llevar siempre en los bolsillos gasas limpias para volver a colocarlos.

No es recomendable viajar en transportes públicos demasiado abarrotados ya que, por lo general, la gente normal tiende a asustarse cuando ve saltarse un ojo a una persona. En previsión, el Exmo. Ayuntamiento en colaboración con la Autoridad del Transporte Metropolitano, han dispuesto en cada convoy de Metro, un vagón en semioscuridad para lo que nos estemos adaptando al horario diurno, ya que con la estafa bancaria y política crisis, muchos trabajadores de la noche se vieron obligados a hacer un cambio de costumbres.

El sol también produce un aumento de actividad cutanea, por que la piel blanca-lechosa de los "vampirillos" (o trabajadores nocturnos) se encuentra dramáticamente escasa de melanina, con lo que el organismo comienza a producirla en cantidades industriales, para protegerse, al primer fotón que lo atraviesa. Esto produce un aumento de metabolismo tal que, en ocasiones, se producen combustiones espontaneas. De ahí la falsa creencia de que a los vampiros les mata el sol.

Otro cambio significativo que se produce al recuperar el rítmo normal, es en el ciclo de sueño. En contra de lo que la lógica puede sugerir, el consumo de café aumenta de forma casi patológica, ya que al tener que madrugar, en ocasiones, se produce un choque planetario con la rutina adquirida del organismo de dormir al amanecer. Es recomendable deshacerse del ataud insonorizado, que la mayoría tenemos, y acostumbrar al cuerpo a la cama, ya que la luz no molestará por la noche y salvo por algunos gilipollas incívicos, las noches suelen ser tranquilas en cuanto a ruidos.

Investigando este punto, he dado con alguna que otra empresa que se dedica a colocar "bombas-cafeínicas-subcutaneas-autónomas" que ayudan a la regulación del ciclo de sueño, ayudando al cuerpo con el "Jet-Lag" que produce volver a dormir de noche.

Una de las marcas más características, y que tantas fábulas ha despertado entre los que duermen en horas de oscuridad, es la longitud de los caninos (o colmillos). Sí, es cierto, al trabajar de noche los "piños" se afilan y crecen un poco, pero no tiene que ver con la fantasiosa necesidad, otorgada por la literatura y el cine, de beber sangre humana. Esto es más que una necesidad, ya que el sentido del oído también se afina y las ganas de matar y desangrar personas ruidosas, que interrumpen groseramente el necesario descanso, hacen que el organismo te dote de herramientas para ello. Según me cuentan, el aparato piñológico (o masticatorio) vuelve a su normal longitud pasados unos pocos días.

Después de tantas noches sin dormir, tanto trabajo de catalogación de "bichos nocturnos" y ya preparado para todas las criaturas que me puedo encontrar en la noche Barcelonesa, me voy a ver enfrentado a un nuevo reto, el de catalogar los "Visitantes del día".

Próximamente.

viernes, 4 de abril de 2014

Imaginación.

Después de todo lo que he visto durante la estafa crisis que estamos, parece, terminando, no sabía si mi paseillo de esta mañana era para firmar la renovación de contrato o el finiquito. Sí, la empresa lleva días asegurándome que me van a renovar pero, como decía antes, cualquiera se fía de lo que te pueda prometer ningún departamento de recursos humanos con esta MARAVILLOSA reforma laboral de la que los empresarios disfrutan, con despidos más baratos que nunca y con engaños a diestro y siniestro a trabajadores que, cada vez ven sus derechos recortados con más frecuencia, con impunidad y alevosía.

La empresa para la que trabajo está en la otra esquina de Barcelona respecto de donde vivo, ya que aún sigo buscando, como relataba en "Mudanza", con lo que el tiempo que se tarda en llegar, no baja de una hora. Primero el cercanías, luego el metro y después de diez a quince minutos de paseo. Durante todo este tiempo, mi mente desconfiada, hiperactiva y realmente imaginativa, se ha montado toda una película, llena de fotógrafos, photocalls y una kilométrica alfombra roja rodeada de reporteros de toda la prensa que acudiría para inmortalizar la tan esperada firma.

Siempre he defendido que hay que dar libertad al "niño interior", este que anima a jugar, a soñar, a aprender cosas nuevas... el que hace que no se pierda esa "ilusión infantil" que los adultos olvidamos más pronto que tarde. Este niño que está siempre al cargo de todo lo que es la creatividad y la imaginación. Y esta es la palabra clave: imaginación.

Durante años, la imaginación me ha servido como válvula de escape en infinidad de ocasiones. Hace ya mucho tiempo, cuando me preparaba unas oposiciones que incluían unas pruebas físico-deportivas, salía a correr todos las mañanas, actividad que siempre me ha aburrido como una ostra. En mi recorrido de quince kilómetros a píe de playa, la imaginación me hizo desarrollar una teoría que luego demostró una increíble conexión con la película "Ratatouille" (Disney. 2007), me explico.

La película trataba, a grandes rasgos, de una rata-cocinera, que se encontraba a un humano que no tenía ni idea de cocina, pero que se encontraba metido en un lío en la cocina de una restaurante, entonces persona y rata se aliaron para poder cocinar... la forma en que la rata "controlaba" al humano para que cocinara como ella, era através del pelo de la cabeza del humano, estirando de mechones que hacían que levantara una mano, o cortara con un cuchillo... Mi teoría, arduamente construida en mis carreras por las orillas del Mar Menor, venía a decir que el vello corporal venía a ser las "raíces del pelo de la cabeza", como si cada pelo fuera un árbol que extendiera sus raíces por debajo de toda la píel, creando una red. Esto explicaría como, en la película, la rata podía manejar los movimientos del humano.

No, no... lo prometo, nunca he tomado alucinógenos.

Una gran parte de mi vida laboral ha transcurrido mientras todos dormían, de noche (aunque también valdría la hora de la siesta), por lo que me ha dado mucho tiempo para aburrirme y ver la televisión en ratos muertos. Cuando se han terminado todas las películas y las pocas series que me puedan gustar, ya no quedan muchas opciones, de modo que automáticamente suelo poner el telediario 24h, por escuchar algo, y el cerebro en OFF.
Como todo el mundo sabe, después del telediario viene el espacio de "el tiempo" y después de tragarme miles de pronósticos, como aficionado a la meterología que soy, y de mucho observar el cielo y las nubes, desarrollé una teoría "conspiranoica" que, curiosamente, funciona casi como un reloj, aunque viene a ser quizá más descabellada que la anterior.

Sobre las Islas Azores, en medio del Océano Atlántico, se encuentra el denominado "Anticiclón de las Azores", una zona atomosférica de "alta presión" que hace que las borrascas, o zonas de "baja presión", sean desviadas de su radio de acción. Este anticiclón es conocido y aceptado como fenóneno atmosférico, y aquí es donde comienza mi teoría, porque las agencias de metereología de todo el mundo, o desconocen u ocultan otro fenómeno similar, más pequeño en extensión, pero más potente: el anticiclón del Mar Menor.

Esta zona de altas presiones se situa en el centro del Mar Menor, como podréis imaginar, a la altura de la Isla Perdiguera. Este potente sistema desvía prácticamente todo lo que se acerca a su radio de acción, que abarca desde Cartagena hasta el sur de la provincia de Alicante y hasta casi Murcia por su lado norte. Bajo este área de influencia, se desarrolla un clima desertico donde rara vez llueve, aunque cuando lo hace es a lo bestia.

La rareza de este sistema "invisible" es que pocas cosas lo desvían, pero yo soy una de ellas. En los muchos años que llevo viajando a Murcia, y ya son muchos viajes, siempre ha llovido pocos días antes de mi visita, durante o pocos días después, independientemente de la epoca del año en que se produzca esta visita.

Esto es tan fijo que, cuando llueve, recibo llamadas preguntándome si voy a ir. Después de tantos años, todo el mundo me dice que informe al gobierno de Murcia, para que me pague de vez en cuando un viaje de ida y vuelta y así poder regar La Huerta... y los campos de golf.