Fué sin duda una
provocación, ejecutada paciente y largamente, a lo largo de varias
semanas en forma de "inocentes" publicaciones en redes
sociales, rumores de charlas ajenas en el tren, tranvía, metro y
demás medios de transporte urbano e, incluso, en consejos llegados
desde las páginas de los más fabulosos e insignes autores de mi
biblioteca particular, que se sumaban al bombardeo al que redujo a
simple polvo mi paciencia, ante la inoperancia de mis esfuerzos por
llegar a la meta tan largamente deseada.
Aquella noche se me
hacía eterna "en-el-parking-pequeño" y, terminadas mis
tareas, me limitaba a cumplir con mi presencia y guardia para
completar mis ocho horas de compromiso laboral, con lo que
chafardeaba cansinamente una red social,
publicación-tras-publicación, hasta que una "meme" mil
veces repetido, mil veces ignorado, con la manida frase "cuidado
con lo que pides, que te te lo pueden conceder" detonó algo en
mi interior que provocó una reacción en cadena, como un edificio
que se viene abajo ante la explosión de varias cargas, colocadas de
forma estratégica en los pilares principales.
"¡Deja de
amenzar y cumple, j*der!" clamé como una Escarlata O´Hara,
recortada contra el cielo vespertino, con la frustración acumulada
del que se ve incapaz de llegar a su meta. ¿Cuanto tiempo llevaba
"pidiendo"? ¿Cuánto tiempo había buscado una
oportunidad? ¿Cuánto tiempo lo llevaba deseando? ¡años! y cada
vez que leía esa frase me sentía molesto, porque, por más que
pedía y trabajaba, y luchaba, y ponía una ilusión infantil y un
infatigable empeño en aquello que quería, no pasaba nada.
Aquella explosión
vocal atronó contra los pilares del parking, removió el aire
estancado del sótano y puso en marcha una sucesión de
acontecimientos que me iban a sacar de mi rutina, de mi trabajo y de
mi adorada Barcelona, tan rápidamente como la anterior
cadena-de-acontecimientos me habían llevado hasta allí, unos años
antes.
Desde mi "reinicio
quirúrgico", cuando se han producido cambios positivos en mi
vida, he recibido una especie de prealerta por el extraño e
inexplicable mecanismo de sueño premonitorio, siempre el mismo,
aunque la redacción de este en el blog me lo guardo para una futura
historia.
Generalmente, cuando
este me asalta, en las siguientes semanas los acontecimientos se van
sucediendo pausada y progresivamente pero, en esta ocasión no ha
sido así. En este caso, esta especie de alerta, se ha repetido a lo
largo de varias noches, sin que pasara nada entre sueño y sueño,
como avisando de algo diferente, y así, un día me ví sentado en la
cama, extrañado ante tanto aviso, susurrando para mí mismo "la
que se va a liar" pero sin llegar a comprender desde donde se
avecinaba el posible tsunami de cambios.
Todo vino por este
lado; mi empeño en sacar un proyecto empresarial adelante, que me ha
llevado a llamar a todas las puertas, portones, ventanas, agujeros y
huecos en los que, he pensado, se podía esconder una oportunidad de
sacarlo adelante, por más improbable que pudiera parecer, por más
tonta que pudiera parecer la idea. Con estos antecedentes, un día,
publiqué un post en un grupo de facebook, en el que llamaba, a
cualquiera que quisiera escucharme, a debatir conmigo la posibilidad
de trasladar mi proyecto a Berlín, como había hecho con otros
muchos lugares buscando sobre todo información que me inspirase
alguna idea innovadora, o tocara la fibra sensible de alguien que se
me quisiera unir a tan titánico esfuerzo.
Así lo he ido
tejiendo hasta ahora. A golpe de leer, indagar, olisquear, imaginar,
esperar... pero a diferencia de muchas otras charlas que no me han
aportado más que un intercambio de información, intrascendente la
mayor parte de las veces, esta trajo a la pestaña de mi buzón de
entrada un círculo rojo, con un "1" blanco en su interior,
que pretendía llamar mi atención, avisándome de que alguien me
había enviado un mensaje privado.
Decenas de lineas de
texto escritas por "messenger", un par de horas de "skype",
una cantidad indeterminada de mensajes por "whatsapp" y mi
estancia en Berlín durante las vacaciones, fueron la mecha que
encendió "la traca final" que ya me ha puesto camino a mi
traslado a la capital alemana, prevista para finales de este mismo
mes.
Al igual que la
llegada de mi retoño casi ha conseguido silenciar el blog, ante mi
falta de tiempo para escribir, espero que este nuevo horizonte a
explorar, nutra de experiencias y anécdotas mi espíritu aventurero,
y me empuje a reflejar, con mi particular estilo, los muchos sucesos
que se me vienen encima, como una ola gigante que rompe la monotonía
del un horizonte sin cambios desde hace casi dos años.
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