viernes, 9 de mayo de 2014

Mudanza (II)

A finales del año pasado tomamos la firme e irrevocable decisión de hacer las maletas y cambiar nuestra residencia, esperando, la señora "Ojos del Gato" y yo mismo, que esta vez de forma permanente. Desde entonces, y durante meses, he buscado y rebuscado, olisqueando, siguiendo cada pista por tenue que esta fuera, poniendo, a disposición de la búsqueda de piso, todos los recursos que han podido estar a mi alcance: internet, periódicos, búsquedas-balcón-a-balcón, tarot, runas, quiromancia y demás artes adivinatorias, contratando sabuesos del aeropuerto que han rastreado el terreno, e incluso, hackeando la base de datos de hacienda para ver quíen tenía un piso disponible, pero nada de estas cosas han dado resultado.

En mi linea de acción y búsqueda, investigando posibilidades y según un cuidadoso estudio realizado por mí mismo, he descubierto dos cosas:
Por un lado las tendencias sadomasoquistas de una importante parte de la población, propietarios de pisos de alquiler en su mayor parte que, a falta de agallas para cumplir con sus tendencias sádicas, hacen que sus posibles inquilinos sean profanados por sitios donde nunca llega el sol, poniendo a disposición de las inmobiliarias, empresas chupa-sangre copartícipes de esta, nuestra amada crisis, la gestión de su propiedad. Por otro lado la presencia, en mis genes, de trazas de ADN de los Hunos, pueblo nómada por excelencia, cuya prueba irrefutable está en la suma de mudanzas que hemos realizado, tanto yo como mis hermanas, una de las cuales, actualmente, también se encuentra en pleno traslado.

Ante el abrumador resultado, que arrojó este complicado y elaborado estudio, no me quedó otra que rendirme a la evidencia y, finalmente, con las orejas gachas y el "rabo-entre-las-piernas" (ciñámonos estictamente al sentido figurado del dicho) tuvimos que empezar con la búsqueda, técnicamente más fácil entre los "profesionales", aunque terriblemente más cara.

Tras la hiriente "mudanza" publicada hace unos meses en el blog y remitida, como forma de protesta, a las inmobiliarias de la zona, fui incluido en la lista negra de estas empresas como "enemigo público nº1" y, claro, la noticia de mi recapitulación para la búsqueda de piso por particulares corrió como la pólvora.

Las reacciones no se hicieron esperar. Según se me informó, la secreta sociedad CGLI (Consejo General de Ladrones Legisladores Inmobiliarios), reunidos en pleno extraordinario, tras mi anuncio de que, finalmente, contaríamos con ellos para la búsqueda, decidieron tomarse el tema muy en serio y prepararon detenidamente un acto de pública rendición para que sirviera de ejemplo y advertencia a otros "rebeldes", en el patio de armas de su castillo transilvano, a la luz de las antorchas y con todos sus miembros presidiendo el acto en "traje de gala", una batamanta con capucha, negra como la noche, que utilizan para protegerse de la realidad donde vivimos todos los demás, excluyendo políticos.

Terminada la zurra-ritual, tras varias horas de insufribles e imaginativas formas de tortura, me cubrieron la cabeza, me subieron en un carro de caballos negros y me tiraron en un charco pestilente, muy lejos de mi casa, a la que tuve que volver andando tras la humillante humillación, valga la redundancia.

"Aun así, tardaremos en darte la oportunidad", me advirtieron antes de dejarme marchar, magullado, y así ha sido. Tras visitar varios inmuebles, los adeptos de la sociedad de rango más bajo también han tenido la oportunidad de divertirse, proponiéndonos pisos muy apetecibles que, para ganar el derecho a vivir en ellos, había que cumplir con condiciones aún más imposibles que las ya conocidas: nóminas, contratos, genoma, pelos de unicornio, certificado de pureza del III Reich y la firma de un político honrado, a lo que sumaron como requisito: contrato fijo, una pluma de Pájaro Dodo (extinto), una foto de la neurona sana del ministro Montoro, una escama de dragón (fresca) y la fórmula de la fusión fría, siendo todo ello grabado y emitido por sus canales privados de televisión, como un "Reality Show". El episodio más seguido, cuando tuve que conseguir el certificado de pureza del Tercer Reich.

Ardua ha sido la batalla y grandes los recursos desplegados para conseguir cumplir las condiciones impuestas por las "joías" agencias. La cosa de la pluma de Dodo y, sobre todo, la escama de dragón, han tenido tela y, aunque difícil, cumplidos todos y cada uno de los requisitos y a falta, únicamente, de la autorización final, la siguiente fase de la mudanza está a punto de comenzar.

Las cajas comienzan a proliferar en una de las habitaciones de casa, como una invasión siniestra y silenciosa. A la espera de comenzar a llenarse con cosas que, ni siquiera, se llega a sospechar que anduvieran por casa.

Sin duda, los más grandes hallazgos de la humanidad se han producido durante una mudanza: Los Guerreros de Terracota, las ruinas de Pompeya, la fórmula de la penicilina, las pirámides, la receta de la Crème Brûlée... son cosas que estuvieron ocultas hasta que alguien tuvo que mudarse. Mudanzas muy grandes en su caso. Si alguna vez has perdido algo, aparecerá seguramente durante la siguiente mudanza, y es que hasta nuestro sabio refranero tiene en cuenta estas cosas "Uno no sabe lo que tiene... hasta que se muda" o "amigo no hay más que uno", que es el único que no estaba ocupado con cosas "súper-importantes" e inaplazables y pudo ayudar en el traslado. Todo el que se ha mudado sabe de que hablo.

Tras un tiempo viviendo en "la casita de Pin-y-Pon" tendremos que prepararnos psicológicamente para un aumento de espacio espectacular ya que, la sensación de soledad, puede ser abrumadora al no estar continuamente pegados uno junto al otro en nuestro mini-piso. Será un momento grande el poder entrar los dos a la vez en la cocina, poner los brazos en cruz en "el despacho" o poder estirar completamente las piernas en la cama, ya que el ataud ya no me lo llevaré al estar a punto de comenzar mi desvampirización.