sábado, 20 de octubre de 2012

¿Qué pasó con la bola?

El miércoles me levanté temprano, durante la mañana me moví bastante ya que hice algunas gestiones pendientes, y como la noche anterior había dormido bastante bien, por la tarde apenas si pegué ojo. Esa noche en el trabajo fue movida, no vino mucha gente, pero era uno detrás del otro, tenía que reponer mucho producto que no se repone cuando no estoy y cuando salí de trabajar, a pesar del hambre que tenía porque la ensalada que me llevé olía raro, solo me apetecía irme a dormir, pero hacía días que había quedado para jugar y ya le había retrasado el partido 3 veces...

Mi contrincante tiene un nivel parecido al mío, los peloteos suelen ser largos y a veces intensos, para ganar el punto hay que dar mucho raquetazo, y a menudo, acabas sin aliento. Ya no hace demasiado calor pero cuando el sol empieza a tener altura, aun se recuerda el verano...
El primer set había llegado al tie-break, ninguno de los dos daba señales de debilidad y sólo una pelota a la cinta de la red que volvío a mi campo decidió el set que había durado casi una hora.

No tardamos en reanudar al partido, como iba por detrás en el marcador, empecé fuerte intentando llevar a mi rival de una esquina a otra de la pista, pero para que no te hagan lo mismo, la diferencia de nivel tiene que ser aplastante y este no era el caso, de modo, que a veces corría él y a veces corría yo.

No había roturas de saque, hacia el tercer juego, (2-1 a mi favor) los puntos duraban una eternidad, y cuando estaba a punto de ganar el juego para ponerme 3-1, durante una carrera para alcanzar una dejada, noté que algo iba mal y sin que me diera tiempo a pararme se "apagó la luz".

Cuando volví en mí estaba tirado en la pista, rodeado de gente, con las piernas elevadas, un suero en el brazo izquierdo y había dos médicos de la clínica del club a mi lado. Me dolía la cabeza, apenas notaba las piernas, y me sentía húmedo y frío... La doctora argentina (creo) me estaba hablando, pero no terminaba de entender lo que me decía, afiné el oído y conseguí entenderla, "mírame".

Mis primeras palabras, aun confusas, según me contó luego el compañero fueron: "¿qué ha pasado con el punto?" una buena pregunta que hubiera hallado respuesta si mi rival la hubiera sabido, ya en plena carrera, con la raqueta extendida, ya resbalando sobre el suelo de tierra batida para alcanzar la bola, me puse blanco como la pared e inmediatamente me fui al suelo en una posición poco ortodoxa, con una pierna para cada lado y con la cara contra la pista, después de un patinazo digno de un coche de fórmula 1, siempre según lo que me cuentan, aunque la realidad en estas cosas se tiende a exagerar, aun así imagino que en el caso contrario, me hubiera desentendido de que fue de la pelotita.

Aun en el suelo, la doctora me explicó que cuando llegaron mi tensión era de 3/6 y mis niveles de azúcar apenas llegaban a 60, esto se traduce en una lipotimia como la copa de un pino. El poco sueño de las horas anteriores, el no haber cenado, el calor y el esfuerzo me terminaron derrotando (literalmente).
Me ayudaron a levantarme y me llevaron a la clínica donde estuve hasta que el suero terminó de entrar, me revisaron una vez más y una vez comprobado que estaba bien, me duché y me fui a casa. Mientras caminaba hacia casa me sentía como un muñeco de trapo, tanto que me tuve que sentar varias veces de la flojera que tenía. Subir los 79 escalones que me separaban de mi cama, fue casi una tortura.

Al estirarme en la cama me debí quedar casi instantaneamente dormido, ya que lo último que recuerdo es colocar la cabeza sobre la almohada.

Nunca me ha gustado ser el centro de atención, he conseguido desarrollar la técnica de "pasar desapercibido" siempre que me ha interesado, pero me da la impresión de que todo el mundo sabrá quíen soy cuando vuelva al club. Seguramente este último partido pasará de boca en boca entre los socios hasta convertirse en leyenda.

Dentro de unos años, los neófitos que se estrenen en la pista central contra socios más antiguos, tras el partido estos les comentarán que en esa pista "murío" un jugador. Cada generación inventará nuevos detalles y dentro de una década (más menos) "la bola" de rumores se habrá hecho tan grande que habrá una recogida de firmas seguido de un torneo con grandes estrellas del tenis para que le pongan mi nombre a la pista. Los periódicos y las televisiones se harán eco y entonces encontrarán en la red el "Mar Menor Open" y la recogida de alimentos, la semana solidaria del deporte de Cornellá (próximamente) y vete a saber que más... se ensalzará mi nombre y se me atribuirán grandes logros y hechos milagrosos... por todo el mundo los telediarios harán entrevistas en la calle a la gente, que dirá ante el micrófono (con una lagrimita cayéndoles por las mejillas) que mi esfuerzo hasta la muerte para alcanzar aquella bola les inspiró para luchar por sus objetivos, cada cual los suyos, y se escribirán libros en mi honor e incluso quizá alguien haga una película... entonces entraré en el club de personas "entronadas" mediaticamente, junto con Steve Jobs, mientras que personas como Wilson Greatbatch, inventor del marcapasos ( y que por tanto ha salvado la vida de quizá millones de personas) y que murío apenas unos días antes que el visionario fundador de Apple mientras este agonizaba con su cáncer, quedan en un discreto tercer o cuarto plano...

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